En julio de 2019, un tribunal de Ecuador emitió un fallo con profundas implicaciones para la lucha urgente por salvar la selva amazónica que se encontraba en peligro. La decisión bloqueó una subasta de petróleo planificada por el gobierno ecuatoriano, la cual amenazaba doscientos mil hectáreas de una de las selvas tropicales más biodiversas del mundo. El contexto general de la situación es tristemente familiar para casos que resultan similares en toda la región amazónica: en busca de inversión extranjera, los gobiernos buscan asociarse con empresas extranjeras para desarrollar grandes extensiones de selva ecológicamente frágil. Como suele ser el caso, estos territorios son las tierras ancestrales de los habitantes indígenas, quienes no fueron informados y no aprobaron la llegada de la industria a su territorio.
Los Waorani, convertidos en demandantes, tienen milenios de raíces profundas en la región, han visto los efectos de la industria petrolera en otras partes de la Amazonía ecuatoriana, motivo por el cual sabían que la subasta planeada amenazaba su supervivencia y forma de vida. Al igual que todos los pueblos indígenas, los Waorani tienen derecho al consentimiento informado cuando se trata del “desarrollo” de sus tierras ancestrales, derecho que está reconocido internacionalmente. Los pueblos indígenas defienden su futuro y el nuestro cuando luchan por defender y hacer cumplir este derecho. El destino del clima global depende de empoderar a los pueblos indígenas para que contribuyan a preservar casi una cuarta parte de la Amazonía distribuida en siete países, y que representan un poderoso amortiguador contra la destrucción de una biosfera que regula los flujos de oxígeno, carbono y el agua dulce de nuestro planeta.
A continuación se describen ocho lecciones importantes obtenidas de esta victoria histórica.
I. Culturas vivas, selva viva
Los Waorani son legendarios cazadores-cosechadores que viven en el sur de la Amazonía ecuatoriana. Durante siglos permanecieron aislados, hasta que en la década de 1960 tuvieron su primer contacto a través de misioneros cristianos. Han vivido en armonía y preservado su hogar en la selva. Han desarrollado una rica cultura marcada por la alta artesanía y el arte, la profunda espiritualidad y una comprensión sofisticada del mundo natural y sus complejos sistemas de vida vegetal y animal. Los Waorani, y cientos de culturas indígenas amazónicas, han estado desde el siglo pasado bajo una enorme presión debido a la llegada de la industria. De hecho, es imposible separar la contaminación física de la selva tropical de la perturbación cultural experimentada por las personas que viven allí.
La relación entre ellos no es causal sino cíclica: el crecimiento de las carreteras petroleras, los monocultivos y la minería ponen en peligro la capacidad de los pueblos indígenas para sobrevivir en la tierra de manera sostenible y en equilibrio con la selva. Esta realidad crea una dinámica que obliga a los jóvenes indígenas a abandonar la tradición y a encontrar trabajo en las mismas industrias que amenazan sus hogares forestales. La victoria del pueblo Waorani es importante, no solo porque protege los árboles, sino porque protege la cultura que puede seguir protegiendo los árboles durante los siglos venideros.
II. Definición de la narrativa: mapas, tecnología, historias
El destino de la selva tropical estará determinado por cómo el mundo elige verlo y cómo concibe sus riquezas. ¿Es la cuenca del Amazonas simplemente una masa verde de tierra indiferenciada, cruzada por cientos de ríos poco notables? ¿Es una red de concesiones de recursos naturales que hay bajo tierra a ser convertidos en monedas y valor en los mercados internacionales de productos básicos? ¿O el Amazonas es un tapiz de sistemas delicados y superpuestos que contienen incontables tesoros biológicos, ecológicos y culturales?
En su nivel más básico, se trata de historias en competencia, narraciones conflictivas que comienza con los mapas que usamos para representar la tierra. Una de las formas en que los Waorani “ganaron la narrativa” fue utilizando sus propios mapas y contando sus propias historias. Un proyecto de mapeo territorial mostró lo que los mapas del Estado y de las compañías omitieron: lugares de anidación de tortugas, sitios sagrados y las formas en que los ríos alimentan la selva. A través de esta y otras herramientas como videos de drones, testimonios, imágenes de cámaras trampa e incluso selfies, han ilustrado las diversas formas en que su cultura y todo lo que protegen es más valioso que el aceite y la codicia. También han evidenciado cómo un pueblo cazador-cosechador puede aprovechar la tecnología y las redes sociales en sus propios términos para desafiar a una industria poderosa, y así capturar la imaginación de la sociedad civil global.
III. El poder del precedente legal
Los derechos consagrados en las leyes internacionales y las constituciones nacionales no tienen eficacia sin su aplicación. Al igual que cualquier ley, es más probable que se cumplan localmente y en todo el mundo cuando descansan en un precedente firme. Durante muchos años, los Waorani han visto cómo el gobierno ecuatoriano ha ignorado sus obligaciones constitucionales e internacionales de informar y obtener su consentimiento, permitiendo de esta manera que las empresas contaminen los territorios indígenas. El Pueblo Waorani exigió al gobierno respetar la ley y la constitución, marcando un precedente legal que puede servir de inspiración para mas pueblos indígenas de la Amazonía, y para aprender las tácticas de éxito legal del Pueblo Waorani al vincular el derecho a la libre determinación con el derecho a una consulta libre, previa e informada.
– Memo Yahuiga Ahua Api, Pekinani (líder tradicional)
Esta sentencia es un ejemplo para el Ecuador y toda la región, y es un paso hacia la redefinición del marco legal para los derechos indígenas. Aunque se ganó la primera batalla, la lucha continúa, pues el gobierno ecuatoriano aún está tratando de subastar a compañías petroleras tres millones de hectáreas de la selva tropical central del país.
IV. Cambio climático e interconexión
La victoria del Pueblo Waorani es una victoria para el clima: mantiene 200.000 hectáreas de árboles que sirven como aspiradoras de carbono, y evita el bombeo de millones de galones de crudo de petróleo que se habrían enviado a California para su refinación y distribución a estaciones de servicio en los Estados Unidos. En resumen, se estima que en los próximos diez años la victoria Waorani habrá evitado aproximadamente 19 millones de toneladas métricas de emisiones de CO₂, o el equivalente de los gases de efecto invernadero emitidos por aproximadamente 4 millones de automóviles en un año. Después de los océanos, las selvas tropicales son los sumideros de carbono más importantes del mundo, un extenso continente de vegetación que absorbe y mantiene el carbono fuera de la atmósfera durante cientos de años. Como habitantes y defensores tradicionales de este sumidero de carbono, las comunidades indígenas son el “arma secreta” en su defensa, según recientes investigaciones.
El informe de un grupo de centros líderes en investigación estima que las tierras indígenas cubren alrededor de una cuarta parte de los sumideros de carbono tropical sobre el suelo del mundo. La importancia del sistema amazónico se extiende más allá del carbono. Su ciclo hidrológico involucra más de una quinta parte del suministro de agua dulce del planeta, y cualquier disminución de las precipitaciones y evapotranspiración en el Amazonas como consecuencia de la deforestación y la contaminación, tiene efectos de gran alcance, incluida la sequía en los graneros en todo el hemisferio, al igual que menos ríos alimentando el manto de nieve en las montañas del noroeste del Pacífico.
V. Mujeres al frente
La lucha del Pueblo Waorani involucró tres generaciones de mujeres que han batallado para proteger su cultura, territorios y fuentes de alimentos y agua dulce. Docenas de mujeres Waorani participaron en los procedimientos judiciales y dirigieron eventos mediáticos que rodearon la audiencia. Llegaron con ejemplos de la cultura y artesanía tradicional Waorani: cestas tejidas con palmeras, ollas de barro y alimentos cultivados en jardines tradicionales. Cuando las mujeres sintieron que las cortes y los funcionarios del gobierno les faltaban el respeto, detuvieron los insultos con cantos tradicionales. Todo esto ayudó a capturar la imaginación del mundo con su espíritu y su convicción y coraje.
– Omanca Enquiri, Pekinani (líder tradicional)
Una de las principales demandantes en el caso es Nemonte Nenquimo, madre waorani y presidenta de las comunidades waorani en el río Pastaza. “Somos los cuidadores de la selva y continuaremos defendiéndola como lo han hecho nuestros antepasados durante miles de años“, dijo Nenquimo a los periodistas fuera de la corte durante la audiencia de julio de 2019. “Como mujeres luchamos por nuestros hijos, nuestras familias, nuestras comunidades y nuestra Madre Tierra. Nunca permitiremos que las compañías petroleras entren en nuestro territorio. Nuestra selva no está a la venta y esta es nuestra decisión.”, enfatizó.
VI. Protección de ríos y agua
La vida en el Amazonas se vive en los ríos. Desde la pesca hasta el baño y el suministro de agua potable, los ríos son las arterias centrales de la vida cotidiana. Debido a que todos los ríos en el Amazonas fluyen entre sí y a menudo se encuentran en llanuras, es casi imposible aislar o contener la contaminación. Esto queda claro de forma trágica al recordar el legado de la compañía petrolera estadounidense Texaco (ahora Chevron), la cual en la década de 1960 firmó un contrato con el Estado ecuatoriano para desarrollar depósitos de petróleo en la región. Sin tomar en cuenta la salud de la selva y de los pueblos indígenas locales, la compañía arrojó desechos y derramó petróleo en la selva y sus ríos. Muchos indígenas se enfermaron y murieron por consumir material tóxico que aparecía, a veces como lodo espeso en el río, y en otras era totalmente invisible, siendo peligroso para quienes consumieron agua y los productos cultivados en suelos contaminados.
En la actualidad, muchas comunidades ubicadas al este del Ecuador no pueden beber agua de los ríos que sus antepasados utilizaron durante muchas generaciones. La contaminación de la región no es histórica sino continua. Aunque Chevron ya no opera en la región, empresas regionales y chinas continúan participando en la producción de petróleo por invitación del gobierno ecuatoriano.
Este es el contexto crucial para la victoria Waorani, y explica por qué sus habitantes se negaron a permitir una mayor destrucción de las fuentes de agua dulce. Su rechazo refleja un movimiento global visto en toda América Latina, África y Asia, hasta llegar a Standing Rock en los Estados Unidos en la defensa de los derechos indígenas, y así con el ejemplo liderar la lucha hacia un respeto más amplio y profundo por la naturaleza como fuente sagrada de toda vida.
VII. Vida Silvestre y Biodiversidad
Se dice que el Amazonas invita al cliché y resiste la hipérbole. De hecho, es difícil exagerar la generosidad de la vida vegetal y animal de la Amazonía. Con una décima parte de todas las especies conocidas en el planeta, no cabe duda que el Amazonas es un ecosistema sin igual. También es un ecosistema lleno de misterios aún por descubrir. Gran parte de la farmacopea moderna deriva de plantas amazónicas, y los antiguos misterios médicos aún pueden resolverse investigando la flora de una selva saludable. El norte de la Amazonía ecuatoriana es un ejemplo trágico de cómo la delicada red de vida de la selva tropical puede ser arruinada en una generación debido a la llegada de la industria extractiva. En 1970, el área alrededor de Lago Agrio, la ciudad más grande de la región amazónica ecuatoriana, era uno de los ríos y selvas saludables llena de vida animal y acuática. Sin embargo, ahora en las aldeas ubicadas a lo largo del Putamayo y Aguarico el agua no se puede beber, y muchos territorios de caza ancestrales están desnudos, contaminados y atravesados por carreteras.
Nosotros no somos pobres, somos ricos en recursos y
no permitiremos que nadie venga y destruya
nuestro hogar porque es nuestra vida”
– Awane Ahua, Pekinani (líder tradicional)
La fragmentación es una gran amenaza para la biodiversidad y la vida silvestre; los bloques de petróleo propuestos por el gobierno contaminarían un importante corredor biológico que atraviesa esta región. En una publicación de mayo de 2019, la protección de especies de la Amazonía fue destacada en un informe histórico elaborado por las Naciones Unidas sobre biodiversidad, el cual advirtió que, a menos que los ecosistemas críticos estén protegidos, al corto plazo hasta un millón de especies están en peligro de extinción. Los Waorani han ganado una batalla por ellos mismos, sus hijos y el planeta, pero también por los jaguares, los monos, los pájaros y las hormigas.
VIII. Unión de Pueblos Indígenas
Los Pueblos indígenas de la Amazonía ecuatoriana se entienden a sí mismas para compartir una lucha común. Son los guardianes del 70% de toda la selva amazónica ecuatoriana. Muchos de estos pueblos se unieron a los Waorani fuera de la sala del tribunal en un acto de solidaridad, quienes viajaron desde comunidades distantes ubicadas en el norte y sur del país. Estos pueblos marcharon con los Waorani en las calles, presentaron escritos amicus, y regresaron a sus comunidades a compartir lo que habían aprendido para organizarse mejor en el futuro. “Nos hemos unido con nuestros hermanos y hermanas Waorani porque compartimos la misma lucha y el mismo sueño: proteger nuestro bosque y seguir siendo quienes somos como pueblos indígenas“, dijo Alex Lucitante, líder Kofan. “Continuaremos uniendo fuerzas y construyendo fuerza entre nuestros pueblos para resistir las amenazas a nuestros territorios. Sin unidad no puede haber triunfo”.
– Oswando Nenquimo
Este modelo de movilización y solidaridad multinacional en todo Ecuador y toda la Amazonía será crucial para derrotar a toda costa el paradigma de extracción que amenaza a la región. La alianza Waorani fue una poderosa demostración de que esto es posible. Ahora el desafío es ampliar el precedente y empoderar aún más a aquellos que defienden los tres millones de hectáreas de tierra indígena que aún está amenazado por el gobierno ecuatoriano y la industria petrolera.
¿Apoyarás a los guardianes más antiguos del Amazonas para proteger un bosque del que todos dependemos en este momento crítico?