por Amazon Frontlines /

febrero 2023 /

Crónicas /

Muchos pueblos indígenas son capaces de identificar el corazón de su tierra: esa zona núcleo que es tan crítica para su sustento y que sin ella, su existencia se encuentra inminentemente amenazada.  Para los Siekopai, una nación en riesgo de extinción cultural y física, esta zona núcleo es Pëkëya o Lagarto Cocha, un laberinto hipnótico de lagunas oscuras de materia orgánica y selvas inundadas, ubicadas en la boscosa frontera entre Ecuador y Perú.

Viajando el mes pasado entre delfines de río, caimanes y una multitud de aves cuyo vistosos plumajes contrastan con las túnicas multicolores de los Siekopai, más de doscientos miembros de esta nacionalidad llegaron para asistir al segundo encuentro binacional de la historia de su gente.

Esta pequeña nacionalidad transfronteriza, cuyos números alcanzan tan solo ochocientas personas del lado ecuatoriano, y mil doscientos del lado peruano, se encuentra librando unas batallas legales que podrían determinar la supervivencia de su cultura y de su gente – sembrando, de paso, un precedente para muchas comunidades indígenas amazónicas que están buscando recuperar el control de sus territorios ancestrales.

En ambos países, la Nación Siekopai ha lanzado un estratégico pleito legal para retomar de manos del Estado su territorio ancestral, y al mismo tiempo anular leyes anticuadas y derribar barreras administrativas, para garantizar así una verdadera propiedad indígena de decenas de millones de hectáreas de territorios amazónicos.

En este ensayo fotográfico compartimos una ventana para mirar lo que fue el encuentro de los Siekopai y escuchar de parte de los mismos jóvenes, ancianos y líderes, el por qué su futuro depende de que ellos recuperen su tierra.

“Pëkëya” es el nombre del corazón del territorio ancestral del pueblo Siekopai -palabra en su propio idioma, el Paicoca-. Está ubicado a lo largo del Río Lagartococha. La guera entre Perú y Ecuador entre los años 1941 y 1998 obligó a los Siekopai a abandonar Pëkëya

Las familias Siekopai del lado ecuatoriano viajaron durante diez horas para llegar hasta Pëkëya. La mayoría de las familias fueron desplazadas a unos 160 kilométros hacia el occidente de su territorio, hasta el asentamiento rural de San Pablo de Kantesiya: una comunidad ubicada a la vera del río Aguarico, rodeada de explotaciones de petróleo y palma africana, y de una colonización que se expande rápidamente, así como la deforestación.

Miembros de la comunidad Siekopai asistiendo a el encuentro binacional en Manoko.

El territorio ancestral de los Siekopai comprendió alguna vez poco menos de tres millones de hectáreas entre los ríos Putumayo y Napo, de Ecuador hasta Colombia y Perú. En Ecuador, los Siekopai no tienen en la actualidad títulos legales o derechos reconocidos sobre su territorio ancestral y han sido acorralados dentro de un territorio mucho más reducido, de 20.234 hectáreas.

Wilmer Piaguaje, miembro de la comunidad Siekopai

“Este lugar es para nosotros como una escuela. Sí, es una escuela de aprendizaje sobre las plantas, sobre los senderos muy antiguos de la nacionalidad, los lugares sagrados. Este territorio lo debemos recuperar, sin ver las fronteras de los estados, por que nosotros solo vemos territorio Siekopai”.
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Wilmer Piaguaje, miembro de la comunidad Siekopai

“Este lugar es para nosotros como una escuela. Sí, es una escuela de aprendizaje sobre las plantas, sobre los senderos muy antiguos de la nacionalidad, los lugares sagrados. Este territorio lo debemos recuperar, sin ver las fronteras de los estados, por que nosotros solo vemos territorio Siekopai”.

Las mujeres Siekopai se maquillan con pinturas de origen vegetal y diseños inspirados en animales de la selva amazónica, como las anacondas y los jaguares.

Los miembros de la comunidad Siekopai del lado ecuatoriano de la frontera se preparan para encontrarse con sus parientes. Las fronteras impuestas por el Estado y la guerra separaron a muchas familias durante cinco décadas.

Elías Piyahuaje, Presidente de la Nación Siekopai del Ecuador.

“Esto es una reunión espiritual y familiar. Nos hemos reunido aquí para luchar por la preservación de nuestra cultura en este planeta. Estamos en riesgo de desaparecer para siempre. Hemos estado luchando sin descanso durante ochenta años para recuperar a Pëkëya y no nos detendremos, porque sin este territorio, no podemos existir como pueblo Siekopai”.
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Elías Piyahuaje, Presidente de la Nación Siekopai del Ecuador.

“Esto es una reunión espiritual y familiar. Nos hemos reunido aquí para luchar por la preservación de nuestra cultura en este planeta. Estamos en riesgo de desaparecer para siempre. Hemos estado luchando sin descanso durante ochenta años para recuperar a Pëkëya y no nos detendremos, porque sin este territorio, no podemos existir como pueblo Siekopai”.

Más de doscientas personas Siekopai se reunieron en la aldea de Manoko, en el lado peruano de la frontera, para fortalecer los vínculos culturales y espirituales de una nueva generación que, debido a la guerra de décadas, deben ahora redescubrir a Pëkëya.

Mujeres Siekopai lavando ropa en la aldea de Manoko.

Leorvis Piaguaje, miembro de la comunidad Siekopai

“Este territorio es de nosotros mismos, pero el gobierno ecuatoriano no lo reconoce. Es importante para nuestro futuro, por que nuestros hijos tienen que saber de dónde somos, y para que no se olviden de nuestra cultura y nuestras prácticas, como la pesca y la medicina tradicional”.
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Leorvis Piaguaje, miembro de la comunidad Siekopai

“Este territorio es de nosotros mismos, pero el gobierno ecuatoriano no lo reconoce. Es importante para nuestro futuro, por que nuestros hijos tienen que saber de dónde somos, y para que no se olviden de nuestra cultura y nuestras prácticas, como la pesca y la medicina tradicional”.

Pëkëya yace en el corazón de una vasta área protegida: la Reserva de Vida Salvaje de Cuyabeno, que fue designada por el gobierno ecuatoriano en 1979, sin el consentimiento ni consideración de parte de sus guardianes ancestrales.

Cesar Piaguaje, anciano y artista Siekopai

“Lagartococha es sagrado para nosotros. Aquí nació mi padre [el venerado líder espiritual, Cesareo Piaguaje, de 109 años de edad]. La fauna, la flora, el ecosistema, es muy diferente de lo que uno ve en otros lados. Este territorio tiene una gran importancia espiritual. Los chamanes, los más sabios de nuestra nacionalidad, han mencionado que aquí tenemos un contacto y conexión muy cercana con los ángeles del bosque, del agua, del cielo, del espacio, y con nuestros ancestros. Muchos chamanes muy poderosos y milagrosos vivieron aquí”
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Cesar Piaguaje, anciano y artista Siekopai

“Lagartococha es sagrado para nosotros. Aquí nació mi padre [el venerado líder espiritual, Cesareo Piaguaje, de 109 años de edad]. La fauna, la flora, el ecosistema, es muy diferente de lo que uno ve en otros lados. Este territorio tiene una gran importancia espiritual. Los chamanes, los más sabios de nuestra nacionalidad, han mencionado que aquí tenemos un contacto y conexión muy cercana con los ángeles del bosque, del agua, del cielo, del espacio, y con nuestros ancestros. Muchos chamanes muy poderosos y milagrosos vivieron aquí”

Durante el encuentro, los Siekopai visitaron muchos sitios sagrados incluyendo una enorme laguna oscura de material vegetal conocida como Ñakomasira. Según su cosmovisión, este sitio es un importante portal al mundo acuático, y el hogar de muchos seres espirituales.

Los ancianos invocan el recuerdo del histórico encuentro entre el ser humano Siekopai y el espíritu guardián del agua o Añapëkë.

Judy Melania Piaguaje, cineasta y fotógrafa Siekopai

“Pëkëya es único, es donde podemos sobrevivir. Si termina este territorio, si todos cruzamos, si todos vivimos en la ciudad, vamos a olvidar nuestra cultura, nuestra vestimenta, nuestro idioma. Todo se acabará. Por eso, los abuelos quieren enseñarnos, quieren que nosotros seamos futuros luchadores como ellos, y seguir entregando esto a cada generación, para no perder nuestra cultura”.
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Judy Melania Piaguaje, cineasta y fotógrafa Siekopai

“Pëkëya es único, es donde podemos sobrevivir. Si termina este territorio, si todos cruzamos, si todos vivimos en la ciudad, vamos a olvidar nuestra cultura, nuestra vestimenta, nuestro idioma. Todo se acabará. Por eso, los abuelos quieren enseñarnos, quieren que nosotros seamos futuros luchadores como ellos, y seguir entregando esto a cada generación, para no perder nuestra cultura”.

La joven productora cinematográfica, Melina Piaguaje, documentando las historias que los ancianos comparten con la juventud en los sitios sagrados de Pëkëya. Ella es una entre varios jóvenes que utilizan la cinematografía y la fotografía para preservar la cultura Siekopai y amplificar los esfuerzos de la lucha de su gente.

Los Siekopai se enorgullecen de su conocimiento de más de un millar de plantas. En esta fotografía, César y su sobrino, Wilson, sostienen la fruta wituk, que se utiliza tradicionalmente para teñir y fortalecer el cabello.

Miguel, líder espiritual Siekopai

“Pëkëya es donde nuestra gente nació, y donde vivían nuestros abuelos. Ellos tenian mucho conocimiento espiritual muy importante. Aquí hay una ventana para poder llegar a los seres celestiales y tener contacto con ellos. Nuestros guardianes de la sabiduría se comunican con ellos y aprenden de sus enseñanzas sobre cómo cuidar a nuestra gente y proteger el mundo natural”.
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Miguel, líder espiritual Siekopai

“Pëkëya es donde nuestra gente nació, y donde vivían nuestros abuelos. Ellos tenian mucho conocimiento espiritual muy importante. Aquí hay una ventana para poder llegar a los seres celestiales y tener contacto con ellos. Nuestros guardianes de la sabiduría se comunican con ellos y aprenden de sus enseñanzas sobre cómo cuidar a nuestra gente y proteger el mundo natural”.

En las orillas de la laguna conocida como Onoka të’tëpa, el anciano César Piaguaje narra la milagrosa historia de la resurrección de un chamán que visitó a sus parientes a pocos días de su entierro. Con anterioridad a 1941, esta área era también el sitio de un asentamiento Siekopai y una casa ceremonial de yagé.

Pëkëya acoge a más de doscientas especies de reptiles y anfibios, incluyendo unas seiscientas clases de pájaros, y ciento sesenta y siete tipos de mamíferos. Muchos de ellos son especies amenazadas, incluyendo el delfín de río amazónico, la nutria gigante, el manatí y el arapima, uno de los más grandes peces de agua dulce.

Más del 50% de la tierra del mundo está siendo sostenida por pueblos indígenas y comunidades locales; no obstante, solo un 10% está legalmente reconocida, lo que hace que estas tierras y sus bosques sean cada vez más vulnerables a la invasión y a la deforestación. Apoya nuestro trabajo que busca asegurar los títulos de estos territorios a las comunidades indígenas que protegen la Amazonía y nuestro clima. 

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