por Jena Webb /

enero 2024 /

Crónicas /

El oro ha sido el motor del colonialismo en Latinoamérica durante siglos. Comenzó como robo descarado por parte de los primeros conquistadores españoles hace más de 500 años, y ahora, cuando las grandes compañías operan las minas, se le conoce con el eufemismo de “desarrollo”. 

En una economía globalizada, en la que con frecuencia un gramo de oro alcanza un precio de más de $60 dólares estadounidenses, los mineros artesanales están también proliferando a lo largo y ancho de la Amazonía, para satisfacer la demanda global por este preciado metal, con severas consecuencias para la selva y las comunidades indígenas. 

Esta fiebre del oro, ya sea avalada oficialmente por el Estado o ejecutada en la clandestinidad por parte de los mineros informales, se alimenta del mercurio, una sustancia neurotóxica muy potente que amenaza a los habitantes de la Amazonía, especialmente a las comunidades indígenas que dependen de la pesca en agua dulce como su primera fuente de alimentación. Este artículo da un vistazo a los impactos sobre la salud relacionados con el mercurio de la minería del oro en pequeña escala, una actividad que se ha extendido enormemente en la Amazonía desde comienzos de la década del 2000.

La minería ilegal a pequeña escala ha estado aumentando durante los últimos años en la Amazonía ecuatoriana, dejando unos paisajes dramáticamente dañados y contaminados, que tendrán repercusiones sobre la salud de las comunidades indígenas durante décadas.

Una amalgama tóxica

Buscar oro en la Amazonía es como tratar de encontrar una aguja en un pajar, con los ojos vendados. La mayor parte de este metal precioso se esparce finamente a través de sedimentos y suelos, como motas diminutas casi imposibles de ver. Para resolver este problema de escasez e invisibilidad, los mineros han encontrado un “imán para el oro“ que se puede unir químicamente al polvo de oro, creando una amalgama. Esta piedra imán mágica -el mercurio- es también una de las sustancias más tóxicas de la Tierra, razón por la cual está estrictamente controlada por la convención Minamata que fue ratificada por el Ecuador en 2016. Pese a ello, es ampliamente utilizada a través de toda la Amazonía. Un estudio científico en el norte de la Amazonía ecuatoriana encontró que el 90% de los mineros artesanales o a pequeña escala utilizaba mercurio.

Una vez que el mercurio se ha fijado al oro, se quema (al tener este un punto de fusión más bajo que el del oro), con lo que se liberan al aire grandes cantidades de este tóxico. El mercurio finalmente se deposita a lo largo y ancho de la selva, y así se agrega a las cantidades desconocidas de esta sustancia que son vertidas o derramadas directamente sobre los ecosistemas, lo que hace de la minería “artesanal” y en pequeña escala la fuente más grande de contaminación sobre la Tierra.

En Latinoamérica, se estima que 4.63 gramos de mercurio se pierden en promedio por cada gramo de oro extraído, uno de los peores ratios en el mundo debido al proceso de amalgamación utilizado. Un informe publicado por el Ministerio de Ambiente ecuatoriano (MAATE) en 2020 concluyó que al menos un 40% del oro es obtenido a través de la amalgamación. Usando esta cifra conservadora, el mismo informe estima también que 29.6 toneladas (29,600 kilogramos) de mercurio fueron liberados anualmente al medio ambiente a través de esas pérdidas. Para hacerse una idea de la escala de esa contaminación, la cantidad generalmente contenida en un termómetro tradicional, 1 gramo de mercurio, es suficiente para contaminar un lago de ocho hectáreas hasta niveles no seguros, causando mortalidad y deterioro en el crecimiento, comportamiento y reproducción de los peces, representando así un riesgo para la gente que consume ese pescado. En el Ecuador solamente, la cantidad de mercurio liberado es suficiente para contaminar 29.6 millones de lagos de ese tamaño.

Operaciones de minería en los territorios indígenas detectadas por la Guardia A’i Cofán de Sinangoe en 2018. Esta evidencia fue utilizada posteriormente en en el caso insigne de la comunidad contra la minería de oro.

Desafortunadamente, pocos estudios han intentado cuantificar estas estimaciones midiendo realmente la contaminación. Un estudio en el sur del Ecuador calificó los niveles de mercurio encontrados en el lecho del Río Zamora como “severamente contaminados”, mientras que un estudio en la región norte ecuatoriana de Cascales encontró que la magnitud del impacto era alta. Otro estudio en la región norte de la Amazonía ecuatoriana encontró que los niveles de metales, incluyendo mercurio, eran entre 100 a 1.000 veces mayores en lugares cercanos a las minas de oro de pequeña escala que en los sitios más alejados, y que la mayoría de las muestras estaban por encima de los niveles máximos permisibles. 

Impactos del mercurio sobre la salud

Estudios extensivos se han llevado a cabo sobre los impactos del mercurio en la salud, en tanto que este metal pesado indestructible se considera una de las sustancias más tóxicas sobre la Tierra. Su blanco principal es el cerebro y el sistema nervioso, especialmente de los fetos y de los niños y niñas, pero también afecta los riñones y el sistema inmunológico. El conocido personaje del sombrerero loco de Alicia en el País de las Maravillas está basado en el hecho de que los sombrereros utilizaban el mercurio en habitaciones con mala ventilación para entiesar el fieltro. Esta exposición impactaba a sus cerebros, y su comportamiento subsiguiente se consideraba como locura. El mercurio se acumula biológicamente en las cadenas de alimentos, alcanzando niveles tóxicos en los depredadores mayores, como los bagres grandes. Para las poblaciones indígenas dependientes del pescado en la selva amazónica, esto es especialmente problemático. Un nuevo estudio publicado en enero de 2024 reveló patrones de acumulación de metales pesados en peces de las cuencas de los ríos Napo y Pastaza en Ecuador, incluidos los ríos Aguarico, Cuyabeno y Bobonaza, hogar de cientos de comunidades indígenas.

– El mercurio utilizado en la minería del oro se encuentra en forma inorgánica. Los mineros, sus familias y vecinos están expuestos a esta forma por inhalación. Cantidades excesivas dañan los riñones. Pero eso no es todo. El exceso de mercurio se deposita en el ambiente y gran parte acaba en los ríos. Allí, las bacterias lo convierten a su forma orgánica y entra en la cadena alimentaria, por lo que viaja no sólo a través de los ríos hasta otros lugares, sino también a lo largo de la cadena alimenticia, concentrándose en los principales depredadores, como los humanos. Esta forma de mercurio es tóxica para el cerebro y el sistema nervioso en dosis bajas. De esta manera, las comunidades que no participan en la minería también se ven afectadas.

Una revisión reciente de la exposición al mercurio que cubre al total de  la región latinoamericana identificó a la Amazonía como el área que tiene la vulnerabilidad indisputablemente más alta basada en la presencia de la minería a pequeña escala, y registró niveles de este metal tóxico que son lo suficientemente altos para afectar el funcionamiento normal del sistema nervioso y disminuir el cociente intelectual de los niños y las niñas. El nivel promedio más alto de mercurio en la población latinoamericana se encontró entre las personas indígenas de la Amazonía colombiana cercanas a la minería ilegal del parque natural Yaigojé Apaporis. 

En una región del sur de la Amazonía ecuatoriana, en donde el proceso de amalgamación se lleva a cabo en gran medida dentro de las casas, el 26% de los niños y niñas tenían niveles por encima de aquellos asociados con los impactos adversos a la salud.  En la Amazonía colombiana, el 24% de los participantes del estudio en las comunidades indígenas de la región del Putumayo se reportaron a sí mismos con síntomas de envenenamiento por mercurio y 84% tenían niveles de mercurio considerados como no seguros para mujeres en embarazo; estos niveles estaban asociados con áreas en las que se extraía mercurio “en los botes” y su suministro de pescado, una importante fuente de nutrición, estaba contaminado.

Mineros en los lechos del río Aguarico, 2018. El mercurio neurotóxico es ilegal en el Ecuador, pero se usa comunmente para separar el oro de la mena en sitios de minería informal.

En la región Madre de Dios, en la Amazonía peruana, donde la minería informal del oro es rampante, se encontró una asociación entre los niveles de mercurio, la malnutrición y la supresión del sistema inmunológico entre los niños y niñas y un 37% de las personas a las que se le hizo la prueba tenía niveles por encima del nivel de referencia de la Organización Mundial de la Salud, siendo los niveles más altos en las áreas cercanas a la minería informal. 

El velo de secreto que se cierne sobre la minería informal del oro hace que la comunicación sobre la salud sea difícil. Un informe académico encontró que las mujeres con menor conocimiento sobre el mercurio en la región Madre de Dios tenían mayores niveles de contaminación. Las mujeres son particularmente vulnerables a los impactos negativos de los altos niveles de mercurio porque permanecen como las cuidadoras en primera instancia de los niños y las niñas.

Tomados en conjunto, los estudios revisados aquí apuntan a un claro vínculo entre la proximidad a las operaciones de minería en pequeña escala y los preocupantes niveles de mercurio en los habitantes de la Amazonía, con evidencia de los impactos adversos.

Las complicaciones de salud relacionadas con los metales pesados y las enfermedades son 100% evitables. Muchos autores han identificado más políticas regulatorias, tales como bloquear importaciones o hacer mejor vigilancia, programas comunitarios e intervenciones como soluciones para reducir la exposición de las poblaciones indígenas en la región de la Amazonía. Pero esto no será suficiente. Mientras haya demanda por el oro, en algún lugar la gente estará encontrando maneras baratas y rápidas de llevarlo al mercado. Apoyar las luchas de las comunidades indígenas que buscan proteger sus territorios, su hogar, de esta fiebre del oro, es esencial para garantizar su salud y pervivencia, y de paso, salvaguardar las selvas más grandes y el clima de nuestro planeta. 

Guardias Indígenas de base comunitaria, como la guardia A’i Cofán de Sinangoe, patrullan sus territorios y conjugan su conocimiento ancestral con tecnología para vigilar y defender su hogar de las amenazas extractivas, como la minería.

¿Quieres saber más sobre cómo los pueblos indígenas están enfrentando la fiebre del oro en la Alta Amazonía? Mira nuestro documental “El río de nuestros hijos” y lee las historias de los defensores de la nacionalidad A’i Cofan -y ganadores del Premio Goldman-, Alexandra Narváez y Alex Lucitante.

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