En el Día Mundial del Agua, escribimos desde la cuenca amazónica, la más grande del mundo. Cada año, este caudaloso río transporta el 20% del agua dulce de nuestro planeta hasta el mar. Cada segundo, el Amazonas vierte unos 200.000 litros de agua dulce en el océano Atlántico.
Las comunidades que han hecho de esta región su hogar durante milenios, han desarrollado vidas y culturas entrelazadas con el mundo del agua. Para los pueblos indígenas, el agua no es sólo un recurso: está viva, es sagrada y está profundamente conectada con sus culturas y su espiritualidad.
En honor a este día, queremos traerles algunas reflexiones sobre la santidad del agua y sus espíritus, directamente de las voces de cinco inspiradores defensores y defensoras del agua.
“Nuestro pueblo siempre ha vivido en las orillas. El agua nos trae comida y nos conecta con sus espíritus.
Nuestros abuelos se comunicaban con estos seres a través del yagé (ayahuasca).
Las historias de nuestros mayores nos recuerdan que debemos proteger a todos los seres, incluso a los invisibles. Pero la contaminación ambiental nos está alejando de estas conexiones con los seres espirituales”.
Ribaldo Piaguaje, indígena cineasta de la Nación Siekopai.
“Tenemos que tomar conciencia de que los seres humanos no somos los únicos que estamos viviendo y que el agua no solo es para beber: existen muchos seres en ella y por tanto debe ser bien cuidada. En estos tiempos no tenemos mucha agua, hay sequías tremendas que se quedan varios meses, algo pasa. Tenemos que ser conscientes de que los seres espirituales están sufriendo mucho, muchísimo”.
Wilmer Piaguaje, nieto del gran líder espiritual, Don Cesáreo.
Las selvas tropicales desempeñan un papel fundamental en la generación del suministro mundial de agua mediante la producción de lluvia. Proteger estos ecosistemas -y a las poblaciones indígenas que dependen de ellos- es vital para evitar la escasez de agua en la selva amazónica y en otros ecosistemas del mundo que están interconectados.
“Mi abuelito me contaba que los seres acuáticos o seres espirituales del agua, son Kanjansi (boa) y Añuchu pûshe’sû. Ellos son personas que viven dentro del río, son muy sagrados, ya que son dueños del agua y de todos los peces.
La boa es el dueño de los peces. Cuando hacen ruidos, él se va con todos sus peces y nosotros, los humanos, nos quedamos sin comida.
Añuchu pûshe’sû, es una mujer bien hermosa, que le molesta cuando siente que la estamos ensuciando. Cuando recién damos a luz, por ejemplo, nosotras lavamos la ropa de los bebés, o a veces, menstruadas, vamos a bañarnos al río, y eso a ella no le gusta y por eso puede hacer daño a nuestros bebés.
Cuando hay un derrame de petróleo, esa contaminación hace que los seres espirituales vayan a otro lugar y nos quedamos sin alimento.
Gladyz Vargas, líder A’i Cofán y miembro del consejo de liderazgo de Alianza Ceibo.
Ya no hemos escuchado ruido de Añuchu pûshe’sû, ni hemos encontrado boas grandes a la orilla del río como consecuencia de la contaminación del petróleo, porque ninguno de esos seres vive donde hay contaminación.
Imagínese que con una sola gota de sangre que caía en el agua, con eso ya se enojaban ellos, ahora peor con la contaminación del petróleo que se va mal oliendo al río; ellos se largan de allí. Por eso ahora casi no tenemos peces en el agua.
Además, ahora no tenemos chamanes que se puedan contactar con estos seres espirituales acuáticos.
Emergildo Criollo, líder de la Nación A’i Cofán
“Nosotros, que vivimos en la Amazonía, sentimos el cambio. Antes teníamos estaciones bastante establecidas: hasta qué fecha llueve, en qué fecha pasamos de invierno a verano… Pero ahora eso ha cambiado bastante, ya no sabemos cuándo vienen las sequías y cuándo las inundaciones.
Tenemos esa sensación de que este mundo se va a acabar si no hacemos algo por la naturaleza, entonces ¡es ahora o nunca! Como seres humanos debemos tratar de hacer algo por la naturaleza, por el agua, detener la contaminación que estamos viviendo”.
Hernán Payaguaje, líder de la Nación Siekopai.
La Yacumama es la que cuida toda el agua. En idioma Kichwa es la Anaconda, la mamá de los ríos.
Donde ella está, abundan todos los peces y se forman remolinos, así que hay que pasar muy callados y con mucho respeto.
Nosotros como pueblos indígenas lo sabemos, les tenemos respeto a los seres espirituales. La gente de afuera solo ve un río para bañarse, una selva y nada más, por eso hay que crear conciencia: el agua se respeta, los ríos se respetan, la selva se respeta.
Y no solo a nivel de los pueblos indígenas hay que crear conciencia, sino también a nivel del mundo. Que las autoridades entiendan que no es una selva nada más que está ahí, sino que hay muchos espíritus, y que de ellos dependemos todos para estar bien en el mundo.
Alicia Salazar, líder Siona y miembro del consejo de liderazgo de Alianza Ceibo.
Frente a grandes amenazas como el cambio climático, el extractivismo y la pérdida de biodiversidad, los pueblos indígenas luchan por mantener en equilibrio el sistema hídrico de nuestro planeta.
Los pueblos indígenas necesitan nuestro apoyo para reforzar la defensa del sistema hídrico más complejo y biodiverso del mundo. Si las actuales tasas de deforestación continúan sin control, las precipitaciones en la Amazonía pronto se reducirán drásticamente, secando los ríos y la selva, y alterando drásticamente el clima, la salud y los recursos de agua dulce de todo nuestro planeta.