Día Internacional de la
Mujer Indígena 2025
Guardianas de la sabiduría ancestral

INTRODUCCIÓN
Las mujeres son guardianas de la sabiduría ancestral
Por Erika Castillo y Allison Keeley

Introducción
“Cuando encuentras un lugar para recolectar buena arcilla, sabes que has encontrado un buen lugar para vivir”.
Para las mujeres Siekopai de Ecuador y Perú, la cerámica no es solo un arte. Es parte integral de la gastronomía, la medicina, el conocimiento, la cosmovisión y la tradición oral de los Siekopai. Y el proceso de elaboración de cada pieza de cerámica, ya sea un cuenco, un tiesto (para el casabe) o una olla de barro, es fundamental para transmitir el conocimiento de su cultura milenaria a través de generaciones de mujeres. Pero no se trata solo de un vínculo con el pasado, sino también de una tradición importante para el presente, ya que proporciona a las mujeres un espacio para estar juntas, fortalecer sus lazos y su capacidad para defender sus hogares en la selva tropical.
«Para nosotras, la arcilla representa el territorio, las mujeres, el cuidado de la familia y, dentro de ella, el cuidado de nuestro medio ambiente», afirma Yadira Ocoguaje, ceramista y lideresa indígena de la nación Siekopai.
Yadira ayudó a fundar Keñao, un colectivo de cerámica para mujeres indígenas apoyado por Amazon Frontlines, la Alianza Ceibo y Fundación Raíz-Ecuador-WCS Ecuador. A través de Keñao, Yadira ayuda a las mujeres a revitalizar las tradiciones de su nación. También, junto a otros líderes y lideresas de su nacionalidad, trabaja por la Recuperación Territorial de la nación Siekopai, que lucha por obtener la titularidad legal de sus territorios ancestrales y regresar a su tierra sagrada, Pë’këya. Los siekopai son un pueblo al borde de la extinción cultural y física, con solo 2000 miembros repartidos entre dos países. Yadira, al igual que sus compañeras ceramistas, sabe que las mujeres de su comunidad son fundamentales para evitar ese destino.



Revitalizar y continuar la transmisión del conocimiento y la tradición es la primera línea de defensa contra la desaparición cultural. Sin el arte de la cerámica, perpetuado y renovado por las mujeres indígenas, los Siekopai y otras comunidades indígenas sentirían que su conexión con sus antepasados se debilita, y su capacidad para proteger y vivir en armonía con la selva tropical se vería mermada.
Cada vez que Yadira se adentra en la arcilla, junto al río o en el bosque, la levanta, la palpa, comprueba su textura, su sabor y su olor, no se limita a moldear un objeto, sino que recupera una parte de su abuela, Jacinta, una respetada ceramista que solía pasear por el bosque cantando. Y honra a su abuelo, el gran chamán Don Cesáreo Piaguaje, que ayudó a Yadira a encontrar su camino. Se conecta con la selva tropical y con sus antepasados. Y cada vez que comparte la tradición con otros miembros de su comunidad y con el mundo, construye un futuro en el que sus conocimientos y legados se mantienen vivos gracias a las mujeres guardianas del conocimiento ancestral.
Conoce tu cerámica
Un mapa de una cerámica Siekopai
Los Siekopai usan 3 tipos de arcillas

¿Como identifican buena arcilla?

Las líneas blancas

El Proceso dura 3 Días

ENTREVISTA
Yadira Ocoguaje, lideresa siekopai: La arcilla no es solo tierra o lodo
Cómo la arcilla crea redes de cuidado y protección de las mujeres y territorios

Yadira Ocoguaje es una joven líder indígena de la nación Siekopai, al frente de la lucha de su pueblo por recuperar y reunificar sus territorios ancestrales en la selva tropical de Ecuador y Perú. Es cofundadora de la Asociación de Mujeres Keñao y ha sido reconocida por su labor en la revitalización de la alfarería ancestral y el empoderamiento de las mujeres de su comunidad. Sus esfuerzos reflejan su profundo compromiso con la preservación cultural y medioambiental y han sido reconocidos internacionalmente.
Háblanos acerca de la importancia que tienen la arcilla y la cerámica para el Pueblo Siekopai
Para la cosmovisión Siekopai, la arcilla no es solo un pedazo de tierra o de lodo. Es un recordatorio de la lucha que ha acompañado a nuestra nación desde nuestros ancestros. Es recorrer ese territorio. Es recorrer y revivir la memoria de nuestros abuelos y abuelas quienes fueron grandes caminantes y bebedores de Yagé [ayahuasca].
La arcilla para nosotros representa el territorio, la mujer, el cuidado familiar y de la naturaleza y a partir de ella se genera un entorno seguro para las mujeres que nos permite convivir en armonía.
Cuéntanos sobre esa relación especial que tienen las mujeres con la arcilla
Para nosotros la arcilla es mujer. En nuestra cosmovisión Sotowajëo (madre) y Sotowario (hija), guardianas de arcilla, son las dos mujeres que cuidan el territorio. Desde pequeñas aprendemos que hay un ritual en torno a la elaboración de la arcilla. Durante la menstruación somos más fuertes, más fértiles y ese es el momento preciso de la elaboración de la cerámica, después de la cosecha.
Todo el tejido de la cerámica tiene una relación con el cuidado de la mujer. Durante el embarazo, las mujeres fabrican las ollas de barro en una posición que favorecerá su parto. Todo esto significa una relación súper cuidadosa primero con cada una, como mujer y luego cuidando el territorio.
Las guardianas de la arcilla cuidan de nosotras cuando cosechamos la arcilla y sus enseñanzas son sagradas para nosotras, al igual que las historias que nos cuentan nuestras abuelas.
¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste esta historia de las guardianas?
Cuando era niña, cuando era pequeña, mi abuela Jacinta me contaba esas historias mientras íbamos elaborando nuestras ollas de barro. Creo que también por eso yo siempre me acercaba a ella, para escuchar esos cuentos y para trabajar la arcilla con ella. Trabajaba con mi abuelita elaborando ollas de barro y ella me perfeccionaba.
Me gustaba estar con mi abuela porque se sentía un lugar seguro para mí. Ella me escuchaba, no me regañaba. Si yo jugaba con la arcilla, no me decía nada, me dejaba ser creativa.
Y también me gustaba ir a cosechar con ella porque tenía paciencia para caminar conmigo. Si yo iba jugando, ella esperaba. Y sus cantos, me gustaba escuchar los cantos de mi abuela.
Me acuerdo que los cantos no solo eran algo memorizado, también nacían de ese momento. Mientras mi abuela caminaba, cosechaba o tejía una olla de barro, cantaba. Y eso se sentía como algo seguro para mí. Cuando ella falleció, todo se fue.
Era como si ella se hubiese llevado todas las cerámicas. Entonces, un día queríamos hacer casabe con mi madre y no teníamos tiestos. El casabe está hecho de yuca, se ralla y se elabora en un tiesto de barro. Pero nosotros no lo teníamos y nos preguntamos ¿en dónde lo hacemos?
Y ¿desde entonces empezaste a elaborar la cerámica con tu mamá?
Sí, en ese momento con mi madre dijimos, “Es muy importante tener esto también para seguir conservando nuestra gastronomía, la alimentación, porque si no tenemos esos tiestos — cerámica utilizada para asar alimentos —no estaríamos comiendo casabe o todo tipo de alimentos secos. Así que desde los 12 años comencé a trabajar con mi madre. Y me llamaba la atención que solo las dos trabajábamos en eso.
Fue así como conocí amigos que me invitaban a dar talleres de cerámica en Quito o Lago Agrio, por diferentes lugares, hasta que creé la Asociación Keñao de Mujeres. La creé porque pensé, “Si yo sigo trabajando hacia fuera, se van a perder conocimientos en mi comunidad.”
¿Nos puedes describir el proceso de cosechar arcilla y la importancia que tiene para las mujeres?
Un día normal de cosechar arcilla es:
Primero nos reunimos y tomamos yokó, es una bebida energizante que han tomado por muchos años nuestros abuelos. Vamos en grupo, cada una lleva su canasta, su shigra. Cada mujer lleva su pala y su machete para poder realizar este trabajo.
Y atravesamos varios lugares: por el río Aguarico o por la selva caminando. Una vez que llegamos al lugar, la dueña del terreno nos permite entrar para cosechar arcillas, siempre haciendo caso/respetando nuestra cosmovisión: si una mujer está en su período menstrual o en embarazo no puede entrar al agua.
Y allí pasamos el día. A veces las mujeres llevan su chicha, jugo o chucula —bebida ancestral a base de plátano—. Y mientras vamos cosechando arcilla, también compartimos, no solo la chicha, sino conocimientos.
¿Qué comparten?
En este espacio las mujeres cantan, ríen e incluso si una mujer tiene problemas, los cuenta. Si está atravesando por un proceso difícil, también es un espacio para el desahogo. Y si alguna mujer se siente mal con otra compañera, también ella se abre para contar qué le está pasando.
Para nosotras trabajar con la arcilla es un espacio súper sagrado. Y siempre decimos: “Esta conversación se queda acá, no sale hacia afuera”. Si nosotras sacamos esa conversación, estamos rompiendo las reglas de las abuelas. Tenemos que respetar.
Y creo que ahora nos estamos encaminando bien: porque respetamos esas creencias, esas memorias. Cuando terminamos, cada una lleva su arcilla a su casa o si estamos cosechando arcilla para la asociación, entonces eso es como una minga—práctica comunitaria ancestral de trabajo colectivo por un beneficio común— para nosotras.
¿Se venden tus cerámicas?
Cuando una mujer elabora su pieza de cerámica está entregando toda su energía. La abuela decía, “es como cuando tú estás formando vida en tu vientre.” Es igual cuando empiezas a tejer una olla de barro, vas entregando todos sus sentimientos, todos tus pensamientos porque estás concentrada en ella.
Y para mí cuando una mujer me regala una cerámica es super sagrado porque ella la ha hecho con mucho amor, con mucho cariño y me está dando esa cerámica porque me entrega toda su energía, toda su buena vibra. Para nosotras es complicado vender nuestras piezas de cerámica. Muchas mujeres dicen, “no, es que yo la hice con mucho amor y no quiero que mi pieza esté en manos que no la valoran”.
Por eso queremos que nuestras piezas de cerámica lleguen a las manos de la gente que entiende nuestro trabajo, que entiende realmente el rol de la mujer y la energía que pone en cada pieza de cerámica.
Al mismo tiempo, como mujeres siempre estamos buscando la alternativa de generar nuestros ingresos económicos a través de diversas formas, porque no es solo talar árboles o sembrar—ahí se pierde todo. También se pierde la calidad del agua. Y si destruimos la selva, tampoco tendríamos dónde cosechar arcilla. Y entonces ¿dónde quedan esos conocimientos ancestrales?
Por eso nuestras abuelas decían, “en donde hay buena arcilla, buen yokó, ahí es un buen lugar para vivir.” Porque con la arcilla se elaboran ollas de barro para alimentar a la familia, porque en ollas de barro también se cocina la medicina sagrada: el yagé. En ollas de barro se brinda a la familia. Todo para nosotros está conectado y también representa un círculo del cuidado.
¿Qué esperas para el futuro de tu comunidad, y qué rol tiene la cerámica en ello?
Queremos que nuestro territorio esté en armonía con un mejor futuro, por eso las mujeres hemos formado esta asociación. Somos 26 mujeres, pero eso no quiere decir que solo es la asociación, es la comunidad Secoya Remolino y nuestro trabajo también representa a una nacionalidad completa.
En la actualidad hay muchos cambios climáticos porque no respetamos. Siempre estamos atentos a satisfacer nuestras necesidades y olvidamos cuidar la naturaleza. Las abuelas siempre decían que solo hay que coger lo necesario para tejer una olla de barro. No se puede cosechar algo que uno va a desperdiciar, por eso lo cuidamos.
Nosotras como mujeres estamos cuidando nuestra arcilla, y esto es también cuidar a la mujer.
Créditos:
Textos: Erika Castillo y Allison Keeley | Edición: Allison Keeley
Diseño: Omar T. Bobadilla | Fotografías: Aneth Lusitande, Michelle Gachet, Nixon Andy y Luke Weiss