Esta historia fue publicada originalmente en Inglés, en Time.
Alguien me preguntó recientemente por qué es importante proteger la selva amazónica de la extracción petrolera. Esta pregunta me causó enojo. ¿Te imaginas que te pregunten sobre la importancia de proteger tu hogar de ser destruido en un incendio? ¿O de proteger tu hogar, los hogares de tus familiares, y todos los hogares de la gente de tu pueblo, de una demolición? ¿Puedes imaginarte que te pregunten por qué es importante proteger a tu país de una devastación nuclear?
Esas preguntas parecen absurdas solo cuando das por sentado la existencia de tu hogar y de tu gente. La civilización occidental ha dado siempre por descontada la destrucción de mi hogar y de mi pueblo. Y ahora, esta pregunta bien intencionada asume que yo deba ofrecer una defensa de mi existencia. También presenta una falsa inocencia en la complicidad de ellos en la destrucción continua de mi hogar.
Como líder Waorani encargada de la misión de comunicar más allá de nuestras fronteras territoriales para salvaguardar nuestro territorio, con frecuencia me enfrento a preguntas como esa. Hacerlo es parte de la resistencia, y no es fácil. Lo que ansío, y lo que la Amazonía y la Madre Tierra exigen, puede resumirse en lo que falta en las preguntas y políticas que tan frecuentemente se dirigen a mí y a mi pueblo: el respeto.
¿Por qué es importante proteger la selva amazónica de la extracción petrolera?
A nosotros, los Waorani, nos gusta caminar. Cuando necesitamos pensar nos vamos a la selva a caminar. Cuando queremos expresar nuestras emociones, caminamos y cantamos: nuestras canciones son también frutos del bosque. Siempre que caminamos, estamos en comunicación con todo a nuestro alrededor. Conocemos las plantas y los pájaros de la misma manera que los habitantes de la ciudad conocen los nombres de las calles y los logos de las tiendas. Pero las calles no respiran y los almacenes no salen volando.
El bosque es nuestra tienda de abarrotes, nuestra farmacia, nuestra ferretería, nuestro teatro, nuestro gimnasio, nuestro parque. Cultivamos nuestros pequeños huertos y caminamos la selva para cazar y reunir alimentos, medicinas, herramientas y suministros de belleza y de arte. Los políticos y ejecutivos petroleros piensan que somos idiotas, que deambulamos entre los árboles recogiendo lo que se ve sabroso. Dicen que ni siquiera sabemos el valor de los recursos bajo tierra. Pero así es como ellos muestran su propia ignorancia. El petróleo en lo profundo de la tierra es la sangre de nuestros ancestros. Y nosotros tenemos claro que las tumbas no se exhuman.
¿Por qué exhumar una tumba cuando la vida está por todas partes a nuestro alrededor? No necesitamos el petróleo. La selva es vida en sí misma. Sabemos cuáles plantas pueden curar y cuáles canciones cantar para pedir permiso para cortarlas y hacer uso de sus curas. Sabemos que la palma de petomo da sus frutos en enero y febrero, y que su aceite es excelente para mantener el cabello largo y brillante, y una piel saludable. Sabemos que los ciclos de reproducción de los micos y los tapires coinciden con la abundancia de frutos. Sabemos que con la palma de durazno se hacen las mejores lanzas. Sabemos bien el no usar más de lo que necesitamos.
Los primeros europeos que entraron en la Amazonía querían únicamente oro y poder. Trajeron consigo enfermedades, asesinatos e irrespeto. No sorprende que todas sus historias de aventura describan la selva como un sitio peligroso. Yo he tenido sueños de grandes peligros por venir. La industrialización desenfrenada ha envenenado la atmósfera. Las quemas e incendios en la Amazonía acelerarán el cambio climático más allá del punto de no retorno. El planeta se está calentando, y esto está generando cambios que pondrán en peligro la vida en la Tierra.
La Madre Tierra no será salvada. Ella no necesita que tú ni nadie la salven. Ella exige respeto. Y castigará a la humanidad por fallar en esto. Aun así, una y otra vez, la gente en posiciones de poder gubernamental e industrial se rehúsan a respetar: insisten en la destrucción.
Ellos han tenido tantas oportunidades de respetarnos, y las han desperdiciado todas. Justo en años recientes, la clase política del Ecuador pudo haber defendido el derecho de los pueblos indígenas al consentimiento previo, libre e informado, el derecho a decidir lo que pasa en nuestros territorios, tal como está consagrado por la ley internacional en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Mas no lo hicieron. Nos obligaron a luchar.
En 2019, mi pueblo logró una victoria legal histórica que protegía más de doscientas hectáreas de territorio Waorani, y establecía un precedente legal para proteger muchos centenares más. El gobierno pudo haber respetado esa victoria en los tribunales y cumplido con el veredicto; pero, en cambio, ha fallado en respetarlo y continúa con la vista sobre nuestros territorios, para perforarlos en busca de petróleo.
Pudieron haber respetado nuestras exigencias de detener toda perforación y bombeo de petróleo en el Parque Nacional del Yasuní, uno de los lugares más biodiversos del mundo, mas no lo hicieron. De nuevo, tuvimos que luchar, esta vez unidos con aliados a lo largo y ancho del país. Apenas el año pasado el pueblo del Ecuador nuevamente hizo historia al votar en un referendo nacional para detener y vetar permanentemente toda explotación petrolera en el Yasuní. Ganamos. Deberíamos estar celebrando y coordinando con la gente en otras regiones y otros países para ayudar a concebir estrategias para proteger sus bosques. En vez de eso, estamos viéndonos forzados a seguir luchando: el recientemente elegido presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, ha convocado a una “moratoria” ilegal para no cumplir con los resultados del referendo.
¿Por qué no son capaces de respetarnos? ¿Por qué no pueden respetar ni siquiera sus propias leyes? ¿Cuántas veces necesitamos utilizar las herramientas de la civilización que quiere destruirnos, sus tribunales y sus elecciones, para detener su propia destrucción? ¿Dónde está el estado de derecho cuando los gobernantes cambian las leyes cada vez que sienten que no les convienen? ¿Es en realidad tanto pedir el demandar respeto?
Con frecuencia me siento desconsolada cuando viajo al exterior para hablar sobre nuestra lucha. Veo cuántas posesiones y lujos tiene la gente y cómo solo quieren más. Su codicia es el combustible que alimenta el incendio de la Amazonía. Algunas personas durante esos viajes me dicen que soy una heroína. No, no lo soy. Solamente estoy tratando de hacer algo. Esto es resistencia.
¿Por qué es importante proteger a la Amazonía de la explotación petrolera? Mi vida, la vida de mi familia y de mi pueblo, nuestros hogares, nuestra cultura, nuestro idioma, las vidas de un sinnúmero de especies de plantas y animales -muchas de ellas endémicas de la Amazonía-, la vida de la selva misma y las vidas de millones de personas, tal vez incluso la tuya, dependen de ello. ¿Es suficiente?
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Esta historia fue publicada originalmente en Inglés, en Time.