Para los ancianos que viven en el territorio waorani de la provincia de Pastaza en Ecuador, las 200,000 hectáreas de bosque virgen y sin caminos, todavía a salvo de los peligros del petróleo, la minería y la tala, contienen casi todo lo que se necesita para una vida feliz y saludable.
▼ Aquí, Pava Yeti, una anciana del pueblo de Kiwaro, fabrica una canasta de hojas de palma para cosechar y llevar frutas silvestres, como el petomo (ungurahua) y el nontoka (palma de melocotón).
Entrelazados por cientos de kilómetros de senderos que conectan lugares de nacimiento con cementerios, jardines con aldeas, campos de caza con pozos de pesca, plantas medicinales con sitios sagrados y arroyos con grandes ríos, los ancianos del pueblo waorani conocen cada rincón de su inmensa casa, la selva tropical.
En los Campos de Petróleo de la Amazonía
Sin embargo, más allá hacia el Este, décadas de extracción de petróleo han convertido a miles de hectáreas de cotos ancestrales, huertos frutales y sitios sagrados en un mosaico de campos petrolíferos, campos de tala, caminos y asentamientos para colonos.
► En esta imagen, al borde del Parque Nacional Yasuní, famoso por su rica biodiversidad, una familia waorani de la ruta petrolera, Vía Pindo, regresa a su aldea por tuberías para evitar los riesgos del exceso de velocidad de los camiones remolque de la compañía petrolera.
Y más al norte, en las fronteras con Colombia y Perú, más de medio siglo de operaciones petroleras y colonización ha devastado las tierras ancestrales de los pueblos Kofan, Siona y Secoya.
▼ Aquí, Emergildo Criollo, un líder kofan, recuerda la primera vez que vio llegar al helicóptero de la compañía petrolera a las tierras ancestrales de su pueblo. “Desde entonces, la compañía petrolera no ha traído más que enfermedad y muerte a nuestra gente,” le dice a Nemonte Nenquimo, líder del pueblo waorani de Pastaza.
Al llegar a una plataforma petrolera fuera de la ciudad industrial de Shushufindi, en la Amazonía waorani del Ecuador, las mujeres le cantan al pozo petrolero: “Caminamos sobre las huellas de nuestros antepasados, no les dejaremos entrar a nuestra tierra.”
En 2012, el gobierno ecuatoriano anunció planes para subastar acerca de 3 millones de hectáreas de tierras indígenas en la zona sur de la Amazonía a la industria petrolera.
Incluido en la subasta estaba el recientemente denominado “bloque petrolero 22,” con 200,000 hectáreas de bosque primario, hogar durante siglos del pueblo waorani.
A pesar de una astuta campaña patrocinada por el gobierno para promover la inversión, muchos bloques petroleros, incluido el bloque 22, no se lograron vender con éxito en la subasta. Los inversores petroleros citaron “riesgos” asociados con la oposición de la comunidad y términos financieros poco atractivos.
Sin embargo, para los waorani, la “fallida” subasta petrolera fue una advertencia. Y una convocatoria para organizarse.
►Aquí, Omene Iwa, de la comunidad de Tzapino, cuenta cómo sus ancestros defendieron sus tierras con lanzas.
Para los ancianos waorani, las amenazas actuales son demasiado grandes para ser enfrentadas únicamente con lanzas, por lo que los jóvenes deben encontrar nuevas formas de defender su territorio contra las implacables presiones mundiales.
▼ En esta fotografía, el joven líder Oswando Nenquimo lee un mensaje al gobierno ecuatoriano:t:
“No reconocemos lo que el gobierno llama Bloque de petróleo 22. Nuestra tierra natal no es un bloque petrolero. Es nuestra vida.”
Como estrategia de resistencia, desde 2015 hasta 2018, jóvenes y ancianos waorani se propusieron documentar y demostrar la vida en su territorio mediante la creación de un “mapa vivo” de su conexión con la tierra, utilizando GPS, películas, cámaras fotográficas, drones y un programa de mapeo personalizado que les ha permitido trabajar sin conexión en un bosque remoto.
Mientras los mapas de las compañías petroleras solo muestran depósitos de petróleo y ríos importantes, los mapas creados por los waorani cuentan la historia de la relación de su pueblo con las plantas, los árboles, el agua y los animales.
▼ Sus mapas identifican sitios históricos de batalla, antiguas cuevas talladas, senderos de jaguares, plantas medicinales, zonas de reproducción animal, importantes pozos de pesca, cruces de ríos y cascadas sagradas.
▼ En esta fotografía, niños escolares del pueblo de Nemonpare muestran sus dibujos de lo que más les gusta de la vida en el bosque.
En 2018, el gobierno ecuatoriano anunció planes renovados para subastar 400,000 hectáreas de la zona sur de la Amazonía a la industria petrolera.
▼El siguiente mapa ilustra las 16 concesiones petroleras propuestas, y su superposición con los territorios ancestrales de las 7 nacionalidades indígenas.
Una vez más se pone en venta el “bloque petrolero 22” al mejor postor petrolero.
▼ En una audiencia pública en la aldea de Nemonpare, la Defensoría del Pueblo del Ecuador recoge el testimonio de jóvenes y ancianos en la preparación al proceso judicial.
Decenas de horas de entrevistas revelan que el “proceso de consulta” del gobierno se había basado en repetidas tácticas de manipulación y engaño, y había sido diseñado para mantener a la población waorani desinformada de los posibles impactos de las operaciones petroleras en sus territorios.
− Wina Boyotai de Kiwaro ►
− Oswando Nenquimo de Nemonpare ►
▼ Aquí, en la comunidad de Nemonpare a lo largo del río Curaray, los waorani preparan pancartas que llevarán a la ciudad para defender sus derechos y alzar sus voces.
Victoria para los Waorani
El 27 de febrero de 2019, cientos de waoranis del “Bloque de petróleo 22” marcharon al juzgado de la ciudad de Puyo, en la frontera con la Amazonía, para presentar su histórica demanda contra el gobierno ecuatoriano. ►
▼ En estas fotografías, las mujeres waorani dirigen la marcha hacia la corte de justicia
Many indigenous peoples from across the Amazon traveled to support the Waorani peoples’ historic fight to protect their lands from oil drilling. ▼
▼Muchos pueblos indígenas de toda la Amazonía viajaron para apoyar la histórica lucha del pueblo waorani para proteger sus tierras de la perforación petrolera..
▼ En estas fotografías, los waorani entran a la sala de justicia para enfrentarse al Ministerio de Hidrocarburos, el Ministerio de Recursos No Renovables y el Ministerio de Medio Ambiente.
No fue permitido fotografiar durante los procedimientos judiciales.
▼ El 26 de abril, pocas horas antes de que se anunciara el histórico veredicto para el juicio de los waorani, Nemonte Nenquimo se dirige a una multitud de simpatizantes y medios de comunicación en la escalinata de la corte de justicia. “No importa lo que diga el tribunal hoy, no permitiremos que el petróleo entre a nuestras tierras. ¡Nuestro territorio no está en venta!”
▼ Aquí, Nemonte Nenquimo comparte los detalles del veredicto histórico en una rueda de prensa fuera de la corte de justicia. Un panel de tres jueces dictaminó que el gobierno ecuatoriano había violado los derechos de los waorani a la consulta previa y a la autodeterminación.
▼ En estas fotografías, los waorani marchan alegremente por las calles de la ciudad amazónica de Puyo durante un aguacero torrencial. El fallo de la corte detiene inmediatamente los planes del gobierno para vender sus tierras a la industria petrolera, y establece un precedente para que otras naciones indígenas hagan lo mismo.
De Vuelta a la Selva
Después de la histórica sentencia judicial que protege las 200,000 hectáreas de tierras ancestrales de la perforación petrolera, los waorani regresaron a sus hogares en la selva.
Y bebieron de los riachuelos de agua dulce.
Y disfrutaron de la belleza de las cascadas.
La histórica victoria legal de los waorani protege su territorio ancestral del petróleo y establece un poderoso precedente para que otras naciones indígenas hagan lo mismo, pero este momento decisivo podría ser arrebatado en los próximos dos meses por un recurso legal. El sistema judicial ecuatoriano no es inmune a la influencia política, especialmente con millones de hectáreas de “reservas de petróleo sin explotar” en juego y el gran interés del Gobierno en deshacer este precedente legal de los derechos indígenas.
Debemos aprovechar el impulso y convertir la atención nacional y mundial en una victoria aún mayor para los pueblos indígenas, la Amazonía y nuestro clima.