Que de elaborar un cernidor se aprenda matemáticas, que los niños aprendan botánica reconociendo las plantas de su territorio, que la juventud sea orgullosamente Siekopai, es como Justino Piaguaje visualiza el futuro con la educación propia, algo muy distante a su propia experiencia educativa, la cual nos narra en esta entrevista, así como la propuesta que busca garantizar la pervivencia cultural Siekopai.
Q: ¿Qué recuerda de cómo era ir a la escuela para usted?
A: Teníamos una sola aula separada por una cortina, en un lado aprendían los más pequeños, hasta el tercer grado, en paaikoka con un profesor de la comunidad, y en el otro lado los niños más grandes aprendían en castellano con un profesor hispano proveniente de Latacunga, en la sierra ecuatoriana.
Yo seguía hablando en paaikoka, pero aprendí a saludar, pedir permiso para salir, hacer algunas oraciones, las cosas básicas en castellano hasta que termine la escuela. Recuerdo que nos enseñaban geografía, historia y todos estos temas vinculados con la historia nacional como el descubrimiento de América, de la Amazonia por Francisco de Orellana, pero nada de historias de los Siekopai, más bien todas estas historias yo aprendía en la casa con mi abuelita.
Q: ¿Cómo hizo usted para ir al colegio y cómo fue su experiencia?
A: Un misionero del Instituto Lingüistico de Verano (ILV) quería jugar damas chinas, yo sabía jugar muy bien desde pequeño. Jugamos: yo le gané, en la revancha él me ganó y en el desempate gané yo. Entonces me preguntó ¿quieres estudiar en el colegio?. Le dije que no teníamos dinero, había que pagar el internado y el uniforme; mi padre se separó de madre, así que estábamos solos y no teníamos los recursos. Me dijo – yo te apoyo – lo hizo por tres años y luego de eso me ayudaron los curas de la misión capuchina
El colegio fue bastante fuerte para mí, es decir, yo no sabía hablar el castellano más que lo necesario, yo hablaba en mi idioma, pensé que todo el mundo sabía hablar paaikoka, entonces me sorprendí de que unos hablaban el castellano, otros hablaban el kichwa y otros el shuar, el castellano era la lengua de interrelación, también nos enseñaban kichwa, así fue como aprendí y continué con mis estudios hasta el el bachillerato.
Q: ¿Considera que la educación que recibió durante su estancia en el colegio afectó de alguna manera en su cultura?
A: Había una especie de discriminación racial interétnica, como que los kichwas se sentían superiores a los Siekopai, se empezaron a burlar de nuestro idioma, nos trataban de cushmas por nuestra túnica. Claro que uno como que se siente humillado, discriminado, avergonzado de nuestro propio idioma. No podíamos hablar, prácticamente dejé de hablar paaikoka casi un año, también dejé de vestir mi túnica.
Cuando tenía interacción en mi idioma en mi comunidad, se me hacía un poco difícil nuevamente retomar el paaikoka. Sin embargo, nunca se me olvidó, después de – no sé, unos cinco minutos – se me hacía como la lengua dura, pero ya al hablar lo hacía fluidamente.
“Lo que aquí tratamos de hacer es una educación que siembren sus raíces, sus pies sobre la tierra, que no se avergüencen de su cultura, sus formas distintas de aprendizaje, por ejemplo con el Yoko, con el Yagé que están vinculados mucho más con la espiritualidad y de comunicación con la naturaleza.“
Q: ¿Siente tal vez usted que este modelo de educación que usted recibió buscaba eliminar su cultura propia?.
A: Quizás no, como un objetivo dirigido a eso, pero sí influyó de alguna manera a disminuir nuestra autoestima, a generar una especie de inseguridad frente a nuestra propia vestimenta, a nuestra propia cultura.
Yo sentí que no hubo respeto. En el año 1993 apareció el tema de la educación intercultural bilingüe y a mí me tocaba tomar un área pedagógica del tema, ahí los profesores hablaban de las culturas distintas, entonces yo les cuestionaba: – “yo soy de una cultura distinta, pero por qué me tienen que enseñar únicamente el kichwa, yo tengo que aprender en mi propio idioma, mi idioma también tiene su propia estructura lingüística” – Le decía al profesor – “en vez de enviarme a hacer los trabajos en Kichwa, manden a hacer en paaikoka”.
Q: ¿Qué considera usted fue lo negativo y lo positivo de haber recibido esta educación tradicional hispana?
A: Lo negativo es que nos opacaron, nos interrumpieron el desarrollo lingüístico propio y después nos adaptaron a su propia forma. Lo bueno es que terminé aprendiendo algo de otras culturas a mirar cómo es el mundo distinto al mío, empecé a querer entender qué es lo que está pasando en este mundo diverso.
Sin embargo, yo siempre he sentido que había un vacío. Cuando me fui a la universidad yo llegué vacío, vacío de mi cultura, de los conocimientos propios y de la sabiduría. Y me ha tocado volver a estudiar, a practicar estos procesos de educación propia. Ahora yo pienso que la nueva generación aprenderá de sus raíces desde un principio y nos va a aportar muchísimo.
Q: ¿Cómo describiría el proceso de educación propia que la Nación Siekopai está construyendo?.
A: Lo que aquí tratamos de hacer es una educación que siembren sus raíces, sus pies sobre la tierra, que no se avergüencen de su cultura, sus formas distintas de aprendizaje, por ejemplo con el Yoko, con el Yagé que están vinculados mucho más con la espiritualidad y de comunicación con la naturaleza.
No queremos desconocer las otras culturas y las otras formas de concebir el mundo como la occidental, queremos tender puentes de entendimiento desde esta educación propia: reconocer a profundidad nuestra propia cosmovisión y a partir de aquello entender lo ajeno, que nosotros entendamos y que ellos también nos entiendan.
Q: ¿Ustedes están trabajando en una malla curricular propia, me puede contar al respecto?
A: Al desarrollar el tejido curricular, es importante pensar ¿cuáles son los renglones más importantes para los Siekopai?. Hablemos del tema de la espiritualidad: ¿qué contenidos debe tener la espiritualidad Siekopai?. Hablemos de la naturaleza: ¿cómo nos articulamos, cómo nos entendemos, cómo nos interrelacionamos con el río, con el agua, con los árboles?. Que ya no nos hagan ver un árbol de dinero, sino un árbol de vida, un árbol donde están los espíritus, donde está la ciencia, donde está la sabiduría.
Claro que es necesaria la lectura, la escritura pero tiene que ser hecho desde su propia práctica cultural, voy a poner un ejemplo: los siekopai tenemos como siete formas de tejer el cernidor y cada quien cada uno es un modelo, cada una de esas formas es matemática que hicieron los abuelos, una matemática propia desde nuestra propia concepción. Sí ayuda la matemática que nosotros podemos absorber del mundo occidental, pero debe ser trasladada hacia nuestra realidad.
Entonces el tejido curricular tiene que estar escrito como ser un plan de vida, como una gran Maloka Siekopai.
“La educación propia y el territorio van juntos, van juntos porque sin el territorio no hay educación”.
Q: ¿Que necesita la Nación Siekopai para implementar este proceso de educación propia?
A: Nosotros necesitamos empezar a diseñar y elaborar nuestros materiales didácticos mucho más cercanos a nuestra realidad, con pertinencia cultural. También necesitamos contar nuestra propia autonomía educativa, incluso la autonomía administrativa, que no sea el Ministerio de Educación el que tome decisiones sin el conocimiento o sin la participación de nosotros como nacionalidad.
También tenemos que investigar las fuentes vivas, que nuestros abuelitos y abuelitas participen, que nos enseñen cómo se hace un tiesto, cómo se hace el cernidor, el exprimidor, todo esto enfocado a la didáctica, en esta transmisión de conocimientos.
Q: ¿Cómo visualizan a una joven que se eduque con esta nueva educación propia pueda salir pueda ser qué es lo que piensan ustedes?
A: Un niño que se desarrolle en esta propuesta educativa tiene que ser una persona que entienda la etnobotánica, debe entender lo que tiene en su territorio, lo que tiene como su cultura, es lo más importante.
Nosotros quisiéramos que en el futuro sean excelentes biólogos, excelentes médicos, excelentes comunicadores, excelentes abogados que puedan defender su pueblo, pero para eso, queremos formar el desarrollo intelectual en estos temas.
Que al igual que nuestros abuelos mejores curanderos y conocedores de la selva, los mejores biólogos, hacia allá queremos apuntar. Que no olviden su cultura, que sean auténticos, que sean propios sin necesidad de imitar, sin necesidad de ser otras personas, que sepan pensar y actuar como Siekopai.
Q: ¿Cómo se vincula la educación propia con la defensa del territorio?
A: La educación propia con la defensa del territorio van de la mano. La educación propia se origina desde el territorio. Cuando vayamos haciendo el recorrido por el río, estamos haciendo educación, cuando estamos tomando una vara para pescar estamos tomando del territorio para educar para la subsistencia, cuando hacemos el remo y la canoa estamos también nosotros haciendo uso de ese territorio, por lo tanto la educación propia y el territorio van juntos, van juntos porque sin el territorio no hay educación.
Q: ¿Qué mensajes usted le da a las personas alrededor del mundo que vayan a escuchar vayan a leer este estos productos esta estos blogs que vamos a hacer y todo qué mensaje les daría usted?
A: Queremos decirle al mundo que existimos naciones originarias de la Amazonía luchando para que todos podamos seguir existiendo como generación de la especie humana. Nosotros contribuímos para eso, para que todos los seres del mundo podamos seguir coexistiendo y defendiendo sobre todo nuestra casa grande, que es este universo. Por eso invitamos a realizar una gran minga donde todos y todas aportemos para no seguir generando mayor impacto sobre la naturaleza y la vida de los seres humanos que queremos vivir de una forma distinta.