Como docente en las comunidades Siekopai, Wilmer Piaguaje se encargó de que los niños, niñas y jóvenes que educaba, no vivieran las mismas dificultades que él exmoperimentó cuando era niño, y que reconozcan su cultura. Ahora, Wilmer es dirigente de educación de la Nación Siekopai y desde Alianza Ceibo coordina la iniciativa de educación propia para su nacionalidad, con la esperanza de consolidar espacios de aprendizaje en las comunidades que priorice la cultura Siekopai y los niñas y las niñas la vivan con orgullo. 

En esta entrevista Wilmer narra la experiencia educativa propia y la de su padre, así como el proceso y las necesidades para la implementación de la educación propia Siekopai. 

Q: ¿Cómo fue la educación que usted recibió cuando era niño, cómo la recuerda?

A: En nuestra escuelita tuvimos primero un profesor estricto, algo militarizado, con pensamiento más cívico y de patriotismo con el Ecuador, no con la Nación Siekopai, nos daba la enseñanza del colonialismo. La mayor preocupación era que supiéramos leer, escribir y la matemática. 

El segundo profesor que tuvimos fue Pablito. Él era de la comunidad, se graduó en el Instituto de Limoncocha, teníamos más confianza en él, tenía ese criterio de enseñanza más de trabajo comunitario, participar cuando habían mingas de la comunidad aunque sea un poquito de horas, nos llevaba a la reunión que tenía la comunidad, con esa influencia fue algo bueno para entender cómo estamos y quiénes somos, al menos para mí fue un crecimiento.

Encuentro de Educación Propia en la comunidad Secoya-Remolino. Foto: Nixon Andy / Alianza Ceibo

Q: ¿Hasta qué nivel de educación había en la comunidad y cómo hacían para continuar con sus estudios?

A: En mi comunidad había desde primer grado hasta sexto grado en la escuela. Para continuar los estudios debía buscar dónde quedarme, porque debíamos viajar con canoa a motor por tres o cuatro horas para llegar a hasta Lago Agrio, a Coca, Limoncocha o Shushufindi para estudiar. Por eso mi papá buscó un internado para mí y me llevó al internado de Limoncocha, a pesar que él mismo sufrió mucho viviendo en el internado con los misioneros católicos en Nuevo Rocafuerte.

Q: ¿Cuéntame un poco de la educación que recibió su papá?

A: Donde vivía mi papá a las orillas del Río Aguarico no había donde estudiar, en ese tiempo llegaron los curas de Nuevo Rocafuerte y le ofrecieron a mi abuelo educación para mi padre. Mi abuelo lo llevó remando dos días en canoa hasta llegar al Río Napo y dejó a mi padre en el internado. Él sufrió mucho porque vivía en otro ambiente, no podía hablar el castellano, el trato fue muy fuerte, nos cuenta que tenían que comer comida que él no estaba acostumbrado, y a tal hora y tantas porciones y si no comía recibía castigos o tareas demasiado fuertes, por una simple cosa era castigo, estaba obligado a aprender las misas y todo ese tema de la religión. Y eso era bastante fuerte decía él, eso al inicio no le gustó, pero ya en el transcurso ya fue practicando el catolicismo.

Estudiantes aprenden hacer mochilas con ramas en la comunidad Secoya-Remolino. Milena Piaguaje / Alianza Ceibo

Q: ¿Y cómo fue su experiencia con el internado?

A: Igual bastante crítico, el primer sufrimiento fue la alimentación. Después, está con otra gente que no conocía, éramos bastante compañeros y de diferentes niveles de educación. A los más pequeñitos nos tenían como pollitos, en un solo pabellón vivíamos. Se me hacía difícil entender, todo lo debíamos tener primero en castellano, segundo en kichwa y tercero en inglés, yo me quedé como traumado en el tema lingüístico y decía, ¡bueno, hay que aprender!. A veces me pasaba que no sabía en qué idioma contestar porque tenía mucha interferencia lingüística, empezaba hablando en kichwa y terminaba hablando en inglés.

Ya en los últimos años, en el quinto curso, nos formaron como docentes, teníamos como materia el modelo de educación intercultural bilingüe – MOSEIB – donde teníamos que aprender el currículo, esa fue una orientación bastante buena para la comunidad, porque una vez terminado teníamos que impartir a los niños. 

Me dieron la oportunidad de ser docente y ya era otra forma de enseñar, no como mi primer profesor que enseñaba a gritos, con una regla, ¡nosotros ya no!. Nosotros veníamos con el pensamiento de cantar, jugar. Los jóvenes a los que yo impartí educación, ahora me agradecen haber aprendido más que con otros profesores, a leer, escribir y comprender la organización comunitaria, nuestras reglas, algunos de ellos ahora son dirigentes. 

Q: ¿Actualmente, cómo funciona la educación provista por el Ministerio de Educación, en las comunidades?

A: En los últimos diez años fue cambiado totalmente la malla curricular, los profesores tienen que enseñar esto, a tales hora y tales materias. Nosotros hacíamos convivencias comunitarias, salíamos a enseñar a ver un árbol real, no solo dibujar la rama, y no solo la estructura del árbol, sino que qué beneficios tiene. Esas cosas nos quitaron en estos últimos tiempos. La lengua Siekopai es una materia, pero no se trata sólo de gramática, sino del sentido de dónde y quiénes somos los Siekopai. Eso es lo que estamos trabajando para cambiar con la educación propia.

Q: ¿En qué se diferencia la propuesta Educación Propia con la educación que ofrece el Ministerio de Educación?

A: Lo que la educación tradicional nos ha brindado está bien, el saber leer, escribir, la tecnología, pero no más, no tiene el conocimiento a fondo de la Nación Siekopai, nuestras enseñanzas propias. La propuesta de educación propia se basa en la pervivencia cultural, en la cosmovisión, en la espiritualidad.

Desde la cosmovisión Siekopai: el subsuelo, el agua, el espacio terrestre donde vivimos, son los nueve espacios de conocimiento cosmológico Siekopai, los niños deben ir aprendiendo por ejemplo, sobre ¿qué es el subsuelo para los Siekopai? ¿qué espíritus tiene?¿de donde provenimos?. Desde la parte occidental ¿qué es lo que tiene ahí en el subsuelo? Está el petróleo, la plata, el oro, está el agua del subsuelo. Estos dos conocimientos los niños deben tener, eso es lo que nosotros queremos en la malla curricular, que no se aprenda solo lo de occidente, y que no se pierda lo propio.

Ailmer Piaguaje (centro), quien ha sido profesor en la comunidad Secoya Remolino por 27 años, enseña a los niños a entrelazar ramas para hacer mochilas. Fotó: Milena Piaguaje / Alianza Ceibo

Q: ¿También se va a involucrar a las y los ancianos? 

A: Ellos son parte de nuestra enseñanza. La educación planteada no es solamente el profesor, ahora estamos involucrando a los mayores, a los sabios para que nos ayuden con la orientación de las y los niños, los cuentos, la toma del yocó, el respeto desde la práctica cultural, son cosas que tenemos que aplicar en los centros educativos.

Q: ¿Por qué es tan importante que el Ministerio de Educación apruebe esta malla? 

A: El Ministerio tiene que entender que los conocimientos ancestrales se aprenden en la práctica. La malla curricular del Ministerio dice que los niños tienen que estar 5, 8 horas en clases. Nosotros hemos encontrado en los diagnósticos que hay ciertas horas en las cuales los niños y las niñas no están aprendiendo, porque la forma de aprendizaje de Siekopai es muy diferente. 

Pero además, no se podía aplicar otro tipo de malla porque no hay materiales, no había un camino, una guía. Lo que está pasando ahora con los profes es que solo tienen los textos de afuera. ¿Cómo crea un profesor una clase sobre la Nación Siekopai si no tiene materiales?. Entonces hay que trabajar en textos, en cartillas basadas en la malla curricular propia. 

Nosotros lo que pedimos al Ministerio es una administración propia de la Nación Siekopai, sobre los materiales, no queremos que nos den haciendo, sino que como Nación Siekopai no den el financiamiento económico para hacer nuestros propios materiales, que los equipos técnicos pedagógicos trabajen tanto en material lúdico propio y elaboración de los textos, todo eso queremos trabajar en territorio, no queremos que nos den trayendo de otro lado.

Q: ¿De qué manera de qué manera consideran ustedes que la educación propia se enlaza con la defensa del territorio?

A: ¿Cuál ha sido nuestra negativa influencia desde el occidente? la colonización, el petróleo, la palmicultora, todo esto que se ha hecho en gran escala, ¿cómo nos ha afectado o quizá, de pronto, cómo nos va a beneficiado? Son cosas que tenemos que enseñar a nuestros niños para que respeten su territorio y lo cuiden como lo único que tenemos. De lo contrario, el territorio va a ser visto como un negocio, o como una oportunidad de extraer recursos naturales que no son eternos. Se debe enseñar sobre el cambio climático y, desde los conocimientos ancestrales, los espíritus que tienen los árboles o los animales, si no le hacemos entender eso, será solo un animal, un árbol más, eso no queremos. Por eso la educación propia ayuda muchísimo en la defensa del territorio. 

Jóvenes estudiantes Siekopai en la comunidad de San Pablo. Foto: Judyth Piaguaje / Alianza Ceibo

Q: ¿Cómo sueñan ustedes que serán los niños que hayan estudiado con educación propia?

A: Los jóvenes que salen para estudiar el colegio y la universidad, si van con el conocimiento Siekopai ya sembrado, tendrán esa conexión con el territorio y va a querer regresar y no perderse, no van a decir “no sé quién soy y dónde estoy”, que donde estén tengan esa identidad Siekopai en su corazón y en su práctica diaria. 

Yo siento que el trabajo de Educación propia es la base principal para sostener la existencia de la Nación Siekopai, estamos defendiendo y sosteniendo nuestro conocimiento ancestrales, porque de lo contrario, como muchos antropólogos nos han dicho, que de aquí en 30 a 50 años, Siekopai y ya van a desaparecer. No queremos eso. 

Que las prácticas de enseñanza a través del Yagé, Yocó, no se pierdan. Que los niños ya vayan entendiendo que ellos sean los transmisores de la cultura y , luego también lo serán sus hijos y sus nietos, es una cadena de vida que nosotros estamos construyendo en esta educación propia de la Siekopai.

Nosotros ya estamos construyendo dos pilotos en los que dos centro educativos tendrán su casa maloca, donde los más pequeñitos van a poder compartir los cantos, los tejidos y lo que hemos planificando.

Q: ¿Qué mensaje quiere enviarle al mundo sobre la educación propia?

Invitaría a que se sumen, visiten el territorio y que podamos trabajar juntos en diferentes áreas técnicas, que conozcan cómo pueden aportar. Nosotros aquí estamos para trabajar luchando por la existencia.