por Luisana Aguilar /

September 2024 /

Crónicas / Derechos /

Hasta El Estrecho, un pequeño puerto del lado peruano del Río Putumayo, llegaron en junio de 2024 unas 30 personas de la comunidad Siekopai. Era la tercera vez que dirigentes, acompañados de abuelos y abuelas y madres con sus hijos, salían de sus hogares para luego de cinco días de viaje, exponer ante un juez la urgencia de que la titulación de su territorio sea integral y deje de ser un préstamo del Estado.

Esa audiencia sería decisiva para su futuro. 

Los Siekopai se preparan para ir a la audiencia en El Estrecho, Perú. Fotografía: Luisana Aguilar / Amazon Frontlines.

Antes de la audiencia, en un pequeño salón los Siekopai arrancaron fibras del cogollo del árbol de morete, esas largas tiras amarillas y verdes de las que emana una suave fragancia. Estas tiras, con la habilidad desarrollada por siglos, fueron dobladas por manos de una mujer que tejía una corona; los abuelos y los jóvenes, creaban sus ma’ña (brazaletes con flecos) que colocaron en sus brazos. Luego, abrieron el achiote y con un palillo, un delineador negro y un espejo, dibujaron en sus rostros los trazos Siekopai que simbolizan la edad y la disposición para la guerra. 

Todo estaba listo: las cushmas (túnica de tela de una sola pieza) de colores y los collares de semillas que van dejando una huella de sonido; las coronas, las pinturas, todo estaba dispuesto para lo que les había traído hasta El Estrecho y por lo que habían tenido que viajar cinco días con sus respectivas noches.

El bullicio de la calle principal de El Estrecho de pronto hizo una pausa. 

La vida cotidiana dio paso a una inusual marcha de mujeres, hombres, niños que al frente, como escudos, desplegaron dos grandes mantas con un grito grabado en rojo: “TITULACIÓN INTEGRAL” y “TERRITORIO ES VIDA”. Avanzaron lentos, dieron vuelta al parque central y llegaron la entrada del juzgado.

A unos pasos de la puerta, dos abuelos se colocaron en cuclillas, sacaron el pilche (vasija) y empezaron a raspar yocó, agregaron el agua y exprimieron con sus manos. Así, los voceros Siekopai se cargaron de fuerza para representar durante tres minutos el mensaje de su nacionalidad.

De frente al juez, Diocelina Sandoval, una abuela Siekopai de la comunidad Angusilla, perteneciente a San Martín de Porres, alzó ligeramente las manos donde se posaba una vasija de arcilla. Respiro y, en su idioma, segura, habló: 

“Esto es una muestra del trabajo que hacemos nosotras como mujeres; este material es producto de la arcilla que se recoge en los pantanos, en las orillas de los ríos y de un árbol especial que está en las partes altas. La shigra que usted puede ver está hecha con la fibra de un árbol y para trenzarla usamos nuestro yocó”. 

“Hemos usado nuestro territorio sin limitaciones, por eso pedimos que haya titulación integral”.

(Siekopai en Ecuador y Secoya en Perú son el mismo pueblo. Para este texto usaremos la palabra Siekopai, que es el nombre del pueblo indígena en su propio idioma, paaikoka).

En el triángulo que conforman los ríos Napo, Putumayo y Aguarico, de la cuenca del Amazonas, han vivido desde hace mucho tiempo los Siekopai. Sus registros datan de 1700 cuando eran tribus nómadas que se movían entre los bosques, mucho antes de la creación de los Estados y del establecimiento de las fronteras geográficas. 

Los Siekopai (Secoya) son una Nación indígena transfronteriza que viven en comunidades divididas entre Ecuador y Perú. Fragmentadas por la evangelización y la colonización, habría que agregar la guerra (1941) que agravó el desplazamiento, aumentó la separación y el despojo. Frente a esto, las comunidades buscan recuperar sus territorios ancestrales para garantizar la pervivencia de sus descendientes y toda su cultura.

Son varias y diversas las estrategias que la Nación Siekopai ha puesto en acción para alcanzar sus objetivos. Entre estas, se encuentra el fortalecimiento organizativo y de la resiliencia comunitaria; el mapeo y monitoreo de sus territorios y los procesos legales de recuperación territorial.

En todas estas estrategias, Amazon Frontlines y Alianza Ceibo han sido aliadas significativas.

“Eramos como 50 mil personas (…) hemos usado todo ese territorio desde el Napo, el Putumayo, Cantuta, Yubineto, Angusilla, Tambollaco, ahí es donde han vivido nuestros ancestros”, narra Anselmo Sandoval, presidente de la Organización Indígena Secoya del Perú-OISPE.

Con la colonización de las misiones religiosas, llegaron enfermedades que diezmaron a la población. Y luego, la fiebre de la explotación del caucho que duró entre 1820 y 1920 que los mantuvo en condición de esclavitud, a lo que habría que sumar el conflicto bélico entre Ecuador y Perú en 1941 que provocó que familias, comunidades y territorios se fragmentaran. La guerra afectó particularmente al territorio de Pë’këya, el corazón del territorio ancestral.

En Ecuador, las comunidades Siekopai son San Pablo de Katëtsiaya, Wa’iya, Bellavista, Siekoya Remolino y Eno, dentro de los cantones Cuyabeno y Shushufindi en la provincia de Sucumbíos en las riberas del Aguarico y en Pë’këya. 

Mientras que en el Perú se asientan en ocho comunidades: Bellavista (Yubineto), Mashunta, Yaricaya, Angusilla, San Belin, Santa Rita, San Martín, Wajoya en la rivera de los Ríos Putumayo y Napo. 

En ambos casos ocupan solo parte de su territorio original, y es muy crítica su situación territorial en Ecuador, ya que han sido despojados de más del 95% de su territorio. Los Siekopai son actualmente una de las naciones indígenas con menor población. En Ecuador son apenas 800 personas, mientras que en Perú llegan a las 1.200 personas. 

Tras la firma de la paz entre Ecuador y Perú en 1998, comenzó el andar de los Siekopai en busca de justicia y reparación para, de algún modo, intentar curar las heridas que dejó un conflicto en el que solo tuvieron el papel de afectados.

Para eso, en 1999 realizaron el Primer Encuentro Binacional de la Nación Siekopai en la comunidad de Wajoya, actual Perú, donde se reencontraron hermanos y hermanas, primos, abuelos y abuelas, familias que fueron separadas por la guerra. Ahí, con el dolor de los años de la violencia a cuestas, comenzaron a tejer con ideas y palabras, cuál debería ser su futuro.

Justino Piaguaje, dirigente de territorios de la Nación Siekopai en Ecuador, explica que hablar de una reconstrucción familiar, “implicaba hablar también de la recuperación del territorio; es decir, integrar el territorio que está fraccionado”. Luego, agrega, “pensamos también en el tema de la reconstrucción social, cultural y organizativa”.

Tuvieron que pasar 24 años para celebrar un segundo encuentro en enero de 2023, en la comunidad de Mañoko, del lado peruano del territorio sagrado de Pë’këya. En esta ocasión además del reencuentro familiar, se compartió un recorrido por las míticas lagunas e islas, centros espirituales de la nación, origen de la leyenda de Ñakomasira que narra la historia de un acuerdo entre los sabios de la comunidad y los espíritus del agua. 

Por 80 años lucharon por volver. Los ancianos soñaban con regresar al lugar donde están enterrados sus ombligos y los huesos de sus abuelos; deseaban volver a convivir con la gran variedad de peces de sus lagunas, entre la abundancia de la naturaleza del bosque, todo eso que no tienen en otras comunidades erosionadas por las actividades extractivas petroleras y de monocultivo. 

Querían regresar a su lugar espiritual, como Cesáreo Piaguaje, sabio Siekopai que vivió más de cien años a la espera de volver y vaticinó la victoria que su pueblo consiguió ante los tribunales de justicia ecuatorianos.

En Ecuador, el territorio de Pë’këya está ubicado justo en la frontera, en el espacio que en 1979 el Estado definió unilateralmente como el área protegida Reserva de Producción Faunística Cuyabeno. La titulación de este territorio fue motivo de una batalla legal que concluyó el 24 de noviembre de 2023, cuando la Corte Provincial de Sucumbíos notificó la sentencia en la que ordenó al Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador (MAATE) entregar el título de propiedad gratuita de 42.360 has. del territorio ancestral Siekopai.

Segundo Encuentro Binacional de la Nación Siekopai en Pëkëya. Fotografía: Amazon Frontlines.

Aunque la sentencia aún no se ha cumplido, el precedente jurisprudencial es muy valioso ya que por primera vez se consiguió el título de propiedad colectiva de un territorio ancestral, dentro de un espacio catalogado por el Estado como área protegida. Con esto, quedaría sin efecto los conceptos gubernamentales sobre conservación, recuperando así el vasto conocimiento de la propia nación Siekopai sobre el territorio y cuidado de la selva. 

La victoria de Pë’këya es puntal y uno de los cuatro casos piloto del proyecto Allpamanta, ejecutado por Amazon Frontlines, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador-CONAIE y la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía ecuatoriana-CONFENIAE, para la titulación de territorios indígenas en áreas protegidas. A los dos lados de la frontera entre Perú y Ecuador se llevan a cabo procesos judiciales para la recuperación territorial.

Fotografía: Limber Payaguaje.

En Perú, la lucha por la titulación integral de su territorio la encabezan tres comunidades: Mashunta, San Martín de Porres y Vencedor-Wajoya. En 1978 el Estado peruano entregó a las comunidades Siekopai Mashunta, San Martín de Porres y Vencedor-Wajoya, un título de propiedad de una parte de su territorio ancestral, que suman 162 mil hectáreas. 

Sin embargo, al revisar la “letra pequeña” de los documentos, se dieron cuenta que hasta el 80% del territorio titulado estaba bajo la figura jurídica de “cesión en uso”, esto es, que tiene fines de conservación, sujeta a condiciones, revocable y con un tiempo de duración específico. En pocas palabras: un territorio en calidad de préstamo.

La legislación peruana establece de forma unilateral la aptitud de los territorios y los clasifica en tres: aptitud forestal, aptitud ganadera y aptitud agrícola. Las dos últimas han sido otorgadas a las comunidades indígenas como propiedades, pero las áreas de aptitud forestal, únicamente en cesión en uso.

En 2021, las comunidades Siekopai de Perú, Mashunta, San Martín de Porres y Vencedor-Wajoya se unieron para demandar al Estado peruano y exigir la titulación integral de su territorio.

Edinson Cabrera Sandoval, jefe de territorios y medio ambiente de la Organización Indígena Secoya del Perú-OISPE, señala que de mantenerse tal como está el área, terminaría perjudicando en el futuro, ya que “el titular es el Estado y cuando quiera puede deshacer el préstamo. Por esa razón, es que el pueblo exige que sea el área total ya como propiedad integral”.

El abogado Juan Carlos Ruiz Molleda del Instituto de Defensa Legal-IDL, de Perú, quien acompaña a las comunidades en este este proceso, explica que del 90 a 95% de la Amazonía peruana tiene aptitud forestal, por lo que la cesión en uso afectaría a alrededor de 2.500 comunidades amazónicas, por este motivo la demanda Siekopai es muy representativa. 

“Se está abriendo una puerta que no solo va a implicar que se rectifique la titulación y que la entreguen en su integridad, sino que va a cambiar la forma en cómo los gobiernos regionales, bajo la rectoría del Ministerio de Agricultura cambien la manera como vienen titulando los territorios de pueblos indígenas amazónicos.” dice Ruiz Molleda

La demanda busca, también, la aplicación directa de la Constitución peruana y de tratados internacionales firmados por el Estado peruano, como el Convenio 169 OIT que establece el derecho de los pueblos indígenas a poseer la totalidad de los territorios en razón de su ocupación y utilización tradicional, y por lo tanto que no se aplique la Ley Forestal que dispone la clasificación de la tierra. 

Con el apoyo de Amazon Frontlines, a través de apoyo técnico y tecnología y el conocimiento de los abuelos como guía, se ha georreferenciado miles de puntos clasificados en al menos 50 categorías, como casas malocas, asentamientos, comunidades antiguas, entre otros. 

También se ha ido documentando el uso del territorio, los recorridos de los Siekopai y su historia, así como los lugares ceremoniales. En la comunidad Vencedor-Wajoya se ha realizado un mapeo comunitario de los lugares sagrados Siekopai.

Gilberto Vásquez, presidente (e) de la comunidad de Wajoya, reconoce en el mapa los asentamientos y recorridos de las comunidades Siekopai en su territorio. Fotografía: Limber Payaguaje.

Gilberto Vásquez, presidente encargado de la comunidad Vencedor-Wajoya presentó ante el juez el trabajo de años del registro y a detalle los caminos recorridos; los peces y su relación con ellos, los lugares de toma de Yagé… Entre los lugares marcados en el mapa, está uno todavía oculto, pero que los abuelos aseguran que ahí, en ese lugar desconocido, está la cascada Ñañe Jupo, donde nació el dios Siekopai, Ñañe paine. 

Justino Piaguaje cuenta que, según las historias de los abuelos, de ahí salieron las personas con rabo, se los sacaron, los lanzaron y formaron grupos como Paiwaje, Ankutere, Setipepai, entre otros, todos habitando el territorio Siekopai ubicado entre el Napo, el Putumayo y el Aguarico.

La lucha de las tres comunidades es una lucha para el futuro, para garantizar que las nuevas generaciones tengan un lugar seguro donde vivir siendo Siekopai. Para nosotros, dice Gilberto Vázquez, no es un asunto de aptitud forestal, aptitud agrícola o aptitud ganadera. “Para nosotros, se trata de un manejo integral del territorio”.

Delegación Siekopai en los exteriores del juzgado del Estrecho, junto al equipo técnico de Amazon Frontlines y el Instituto de Defensa Legal. Fotografía: Limber Payaguaje.

El vasto conocimiento del pueblo Siekopai sobre la selva, sus animales, sus plantas medicinales, la mitología anclada al territorio han sido muestras de la abundante riqueza que guarda su pasado y del uso del territorio, en contraste con la imposición del Estado peruano que pretende establecer la forma de cómo se deben aprovechar las tierras. 

Diocelina Sandoval, recuerda: “conocemos la selva, nuestro territorio, así como los mestizos conocen sus ciudades. He escuchado por largo tiempo que los colonos nos van a quitar nuestra tierra porque creen que ellos saben más que nosotros”.

La relación de los Siekopai con su territorio es vital como lo señaló Edison Cabrera ante el juez del Estrecho: “nosotros dependemos de ese territorio, somos parte de él, aquí en las ciudades para conseguir el alimento van al mercado, para la construcción de sus viviendas seguro van a la ferretería, pero nosotros acudimos a este espacio que nosotros sabemos manejar nuestro territorio”.

Luke Weiss e Ina Shkurti, parte del equipo de monitoreo de Amazon Frontlines, en la iniciativa de mapeo del territorio de Wajoya, un trabajo que se ha llevado de forma colaborativa con la comunidad. Fotografía: Amazon Frontlines

Convencidos de que los pueblos indígenas son la clave para la conservación y mantenimiento de la selva, desde hace ocho años Amazon Frontlines ha acompañado a la Nación Siekopai en su lucha por la recuperación de sus territorios. De la mano con los pueblos indígenas, se pretende fortalecer la resiliencia comunitaria, luego de décadas de afectaciones por la extracción petrolera, minera y agroindustrial. 

En Ecuador, junto a nuestra principal aliada, la Alianza Ceibo, trabajamos en el mapeo territorial de Pë’këya que registró lugares sagrados, flora y fauna endémica, entre otros elementos que fueron incluidos en la solicitud de adjudicación presentada al Ministerio de Ambiente del Ecuador en 2017, y que fueron cruciales en los procesos legales llevados ante la Defensoría del Pueblo y finalmente a los tribunales de Justicia cuando, finalmente, se consiguió la sentencia que ordena la titulación.

El proceso judicial, que fue patrocinado por Amazon Frontlines, convocó a diversas organizaciones indígenas y de derechos humanos de todo el país que expresaron su apoyo a través de amicus, y que sigue promoviendo alianzas como la que lleva a cabo el proyecto Allpamanta, que busca la titulación de territorios indígenas que están dentro de lo que el Estado ha delimitado como áreas protegidas, y que se lleva a cabo junto a CONAIE y CONFENIAE.

Otras iniciativas han surgido de esta alianza, como la creación de la guardia indígena Wajo’sara, la construcción de un currículo de educación propia, revitalización de la cultura y fortalecimiento el liderazgo de las mujeres y de su asociación Siekonomi, que producen alimentos ancestrales de la Nación Siekopai con la yuca: la neapía, un ají negro; el casabe, una lámina crujiente y la farinha, una granola de yuca. 

Al ser un pueblo transfronterizo, la extensión del acompañamiento a las comunidades de Perú se dio de forma orgánica. Empezó en 2016 con la revisión de los títulos de propiedad de las comunidades que ignoraban que su territorio no era, formalmente, del todo suyo. Por este problema surgió la alianza con el Instituto de Defensa Legal que lleva la defensa del caso. Y siguiendo de cerca el caso a través de amicus curiae. 

Tanto en Ecuador como en Perú, el mapeo y monitoreo del territorio han sido el punto de partida para la recuperación territorial. Con acompañamiento técnico y uso de tecnología, los jóvenes Siekopai han recorrido el territorio, de esta manera han recuperado las historias de sus abuelos y se apropian del mismo; aprenden el uso de la tecnología y se involucran en la lucha. 

A la par, Amazon Frontlines está fortaleciendo la capacidad organizativa de la OISPE para generar autonomía. “Que nosotros como jóvenes, como pueblo originario, seamos de capaces de gestionar ante las instituciones públicas o privadas para poder mejorar o conllevar una gestión muy articulada” es la expectativa de Romero Biadaza, joven Siekopai que lleva un trabajo técnico contable en la OISPE y se está capacitando para transmitir ese conocimiento en la organización. 

Con el propósito de mejorar las condiciones de vida de las comunidades de la Nación Siekopai de Perú, se han instalado paneles solares, sistemas de agua de lluvia, acceso a internet satelital y fortalecimiento organizativo a través de alianzas con organizaciones como Alianza Ceibo, Rainforest, y CEFO indígena, y se sigue expandiendo.

Amazon Frontlines se ha ido estableciendo en Perú a través de una coordinación que generará nuevas alianzas con organizaciones de derechos humanos e indígenas para seguir luchando en defensa de la Amazonía, poniendo en el centro los derechos de los pueblos indígenas.

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